Las cartas de Francisco Ayala sobre

La Nación

La Nación. Buenos Aires. 1870-

A poco de llegar a Buenos Aires, Ayala fue invitado por Eduardo Mallea, quien dirigía el suplemento literario del periódico porteño, a escribir en sus páginas. 


La colaboración de Francisco Ayala con La Nación se extendió hasta 1993. En 2012 la editorial Pre-Textos publicó el monográfico Francisco Ayala en La Nación de Buenos Aires.

cartas 11 al 15 de 22
FECHA
17/01/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ricardo Gullón
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta manuscrita con membrete:] BRYN MAWR COLLEGE / BRYN MAWR, PENNSYLVANIA / DEPARTMENT OF SPANISH 

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Harry Ransom Center. The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (17/01/1961)

17 enero 61

Querido Ricardo: Tu carta me ha puesto en un estado de furia. ¿Quien es el puto hijo de poeta amigo y muerto? Dos o tres excelentes condiciones que se prestan a combinación sorprendente. ¿Quien? O siquiera ¿con qué letra empieza?

Y no es eso sólo. ¿Crees tú que hay derecho a decir lo de Julián Marías sin más explicaciones? ¿Quieres que reviente yo de curiosidad? Te exijo, si no una telegrafica o telefónica respuesta, por lo menos que aclares sin demora en cumplida carta ambos enigmas. Y paso a contestar, o comentar, varios puntos de la tuya anterior.

Ya he hecho gestiones para ver si vamos a tener o no los chavos (chavos son, no hay aquí énfasis negativo) para la conferencia, y te volveré a escribir tan pronto como tenga respuesta. Espero que será afirmativa, y que podremos coordinar con Princeton.

Tus noticias acerca de mi libro han sido las primeras. Ellos, ya sabes cómo se las gastan. Le he escrito a Campos que no sea tan güevón, que mande el contrato, que conteste a mis cartas y que me envien ejemplares del libro.

Los tuyos me los dió Ernesto, aunque no antes del sábado pasado. No obstante lo cual, ya he leido, acá y allá, en ambos. Son fun-da-men-ta-les. El estudio de la prosa del poeta maldiciente pero bienescribiente es precioso. Libros, como digo, imprescindibles, además de –y éste es el milagro– gratísimos.

Lo de encontrar un puesto en el East es cuestión de estar al tanto y que se conozca tu disponibilidad. Como ya estás en circulación dentro de este ambiente no te faltarán propuestas; y luego viene el regateo. Tan pronto como yo sepa de algo te lo diré y, sobre todo, lo diré.

No te imaginas la gana que tengo de que hablemos de tanta y tanta cosa.

Volviendo a Marías: la verdad es que su artículo en Atlantic es indecente. Respecto de ese número, estoy tentado de escribir un comentario, quizás para Cuadernos, llamando la atención sobre varios puntos. En general, es bueno, y el editorial está bien orientado; no sé a quién se deba.

Escríbeme enseguida (a N. York)

¿No recalarás en la gran metropoli a tu paso hacia a o desde P.R.?

Abrazos de

Ayala.-

¡Ah! Acabo de leer el palo que le atizas en Insula a Hemingway. ¡Bien dado! ¡Duro, por cabrón! A mi casi me hicieron vomitar sus ¿qué son? en Life. Por cierto que cuando publicó Por quién doblan las campanas también yo le di un castañazo en La Nacion de Bs. As. 


FECHA
03/02/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] RUTGERS · THE STATE UNIVERSITY / COLLEGE OF ARTS AND SCIENCES / NEW BRUNSWICK, NEW JERSEY

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (03/02/1961)

3 de febrero de 1961

Mi querido Eduardo:

Esta vez me toca a mí sentirme culpable y pedirte disculpas por no haberte escrito en tan largo tiempo. Es lo cierto que, últimamente, llovieron sobre mí cosas tan diversas, y tan apremiantes algunas de ellas –lo que en modo alguno significa importantes; muchas veces, todo lo contrario– que me han robado la calma indispensable para ponerme a escribir una carta que no sea de las exigidas por requerimientos prácticos inmediatos.

Y al decir esto, me doy cuenta de que la presente, en cierto modo, responde a un motivo de ese tipo, ya que te he hecho enviar directamente desde España un ejemplar de mi nuevo libro de ensayos (en gran parte, publicados en La Nación a lo largo de años), editado por Taurus bajo el título de Experiencia e invención, y como lo recibirás sin dedicatoria, esta carta quiere suplirte las palabras afectuosas que hubiera deseado escribir sobre la ahora impoluta portadilla.

He sabido que salió La vida blanca, así como una edición de La razón humana. He encargado a la biblioteca universitaria que adquiera ambos libros, pero todavía no han llegado; creo que muy pronto me daré el gusto de verlos.

Durante el verano pasado estuvimos en Europa, como creo que sabrás (me parece, aunque no estoy seguro de mi memoria, que les escribimos a ustedes una postal desde París; pero bien pudiera ser que todo quedara en la intención, y esas intenciones perduran más en el ánimo que el propósito cumplido.) Fuimos a España, cuyo estado presente me interesaba comprobar de visu, aparte de confrontaciones con el mundo de mi infancia y juventud, que he cumplido con la intensidad premeditada. Acerca de las impresiones recibidas habría materia para hablar interminablemente, y como una carta no puede serlo, más valdrá no entrar siquiera en el tema. En fin, gasté tiempo y el poco dinero disponible, y aunque no hice nada que se traduzca o pueda traducir en letra impresa, no lo doy por perdido. Entre otras cosas, dejé que se retrasara una nueva novelita que tenía entre manos, continuación en cierto modo, y en cierto modo, no, de Muertes de perro, y ahora, después de salir de otros apremios relacionados con la cuestion de panem lucrando, por fin la he terminado. Lleva el horrible título de La gran vidorra, que corresponde al tipo de horror que me propongo expresar en ella. A la política y miseria de la anterior ha sucedido, dentro del mismo ambiente, la prosperidad y el progreso. El resultado es La gran vidorra. Ya está en poder de López LLausás, y si como deseo la publica pronto, me darás tu opinión, que tanto estimo.

Aparte de eso, he escrito varios cuentos, varios de ellos impublicables, por lo menos en revistas de buena reputación y costumbres honestas. (Y de las otras, me parece que ya no queda ninguna). En fin, con esto te doy cuenta de mis actividades plumísticas, que son las únicas, casi, a que me dedico, aparte del aburrido oficio de enseñar al que continuará no sabiendo; y si quieres saber ahora acerca de los planes para el futuro inmediato, se reducen a seguir enseñando, como lo haré el próximo verano en Columbia University, y quizás dar una escapada a Puerto Rico, o a Méjico, para cambiar de paisaje y de aires. Poca cosa, según puedes comprobar.

Siempre tenemos en la mente la posibilidad de que, algún dia, se animen a darse una vuelta por acá. Nos gustaría tanto su visita…Y creo que es sólo cuestión de decidirse, que me parece, para tí y en tu caso, la más difícil de las cuestiones. Si Elenita tuviera entusiasmo, a lo mejor se animaban.

Nina me encarga de transmitir sus cariñosos saludos. Y yo les envio un gran abrazo, esperando que no tarden demasiado en venir sus noticias. (Desde luego, haz caso omiso del membrete: la dirección personal es 54 W., 16th St., New York 11, N.Y.)

Cordialmente, tu viejo amigo

Francisco Ayala.-


FECHA
28/07/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
José M.ª Ferrater Mora
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fondo “Epistolario del Legado Ferrater Mora”. Universitat de Girona. Cátedra Ferrater Mora de Pensamiento Contemporáneo

Carta de Francisco Ayala a José M.ª Ferrater Mora (28/07/1961)

28 de julio de 1961

Querido José María:

Con alarma veo la fecha a que estamos. Si me descuido un poco más, quien sabe si la carta ésta no precedería ya a vuestra llegada. Deseo que te esté esperando, como sugieres, de modo que enseguida la escribo y expido. Si hubiera algún motivo para tanta celeridad, entonces no tendría mérito. La gracia está en que no tengo nada que decirte, pues no querrás que te cuente mis impresiones de la segunda, tercera y cuarta semana (que hoy termina) del curso veraniego en que me divierto. Otras noticias, apenas si las hay. Sabrás sin duda del incendio que devoró una parte del edificio Taylor, lo bastante para ocasionar gastos crecidos, pero no para impedir que se dicten clases durante los dos o tres próximos años. Sólo el lado de la derecha ardió, y temo que esas revistas que nos proponíamos inspeccionar tú y yo cualquiera de estos quinquenios hayan quedado reducidas a lo que seremos en un futuro próximo todos nosotros: polvo, aunque polvo enamorado.

Llegó Tierno Galván a la docta ciudad de Princeton, donde estuvimos reunidos alrededor de una barbacoa o bar-b-q preparado con maestría por Edmund King; a cuya sabia reunión seguirá en dias venideros otras, que tendrá lugar en esta ciudad Nueva York, condado de Manhattan, a expensas del que suscribe. De este modo, todos los problemas políticos de España y del resto del mundo quedarán satisfactoriamente arreglados: te lo comunico para que desde ya depongas cualquier inquietud que tuvieres acerca del futuro.

Yo también recibí el número de La Nación que se honra insertando tu artículo. Te guardo el ejemplar, y nada te cobraré por él. Lo único que si quiero pedirte, en compensación del servicio prestado al recomendarte, es, no la comisión (ça va de soi), sino que me recomiendes al susodicho rotativo para ver si consigues que me readmitan como colaborador, ya que no han publicado mi último artículo ni se han dignado contestar a mis reiteradas misivas, lo cual ha de interpretarse como una manera delicada de darme una patada en el trasero. O será que consideran demasiados dos profesores de Bryn Mawr para sus páginas? O acaso que tu amigo y protegido Julián Marías ha exigido que yo no colabore más como condición para seguir favoreciendolos con sus ilustradas prosas? Chi lo sá? Misterio profundo, que me tiene sin sueño desde hace meses.

Los amigos de Cuadernos, que ya publicaron la carta suscrita por varios firmantes de la carta no suscrita, y lo han hecho con sutileza digna de los tiempos de Romero Robledo, han obtenido, en calidad de compensación, que les envie un nuevo artículo, y prometen publicarlo en setiembre, que es un mes buenísimo, o por lo menos tan bueno como otro cualquiera, para publicar artículos.

Quizás no ignores que aquel cuento mio, Violación en California, que tú conoces, se publicó por fin en Cuadernos Americanos. No te doy noticia tan importante por falta de otras mejores, sino para que veas cómo, una vez más, la naturaleza imita al arte: según noticia muy regocijada que me comunica Nilita Vientós, el caso acabo [sic] de producirse en Puerto Rico en términos muy semejantes a los de mi relato. Y para que me convenza, me envía un recorte de prensa que guardo a tu disposición.

Termino, porque el papel termina, y me despido encargando los habituales saludos, y con un gran abrazo para tí de

Ayala.-


FECHA
18/08/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Camilo José Cela
DESTINO
Palma de Mallorca
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Pública Gallega Camilo José Cela

Carta de Francisco Ayala a Camilo José Cela (18/08/1961)

Nueva York, 18 de agosto de 1961

Sr. D. Camilo José Cela

Palma de Mallorca

Mi querido amigo:

No se imagina cuánto le agradezco la cordialidad de su carta. Viene a confirmar el hecho que yo sentía también dentro de mí: que somos ya viejos amigos desde hace mucho tiempo. En esa disposición de ánimo, y con esa alegría, vuelvo a escribirle hoy.

Lo primero que quiero decirle es que ha cometido usted una imprudencia al preguntarme qué quiero que me envie de sus cosas, pues mi respuesta no podía ser otra que ésta: mándeme todo lo que tenga disponible. Tener sus libros dedicados es para mí algo que estimo mucho. Pero diríjame el paquete a mi nombre, Bryn Mawr College, Bryn Mawr, Pa., USA, pues aunque todos los fines de semana vuelvo a mi casa de Nueva York, prefiero que los paquetes (no las cartas) vayan allí, en evitación de que el cartero los devuelva, por no caber en mi buzón. Es una molestia, ya lo sé, tener en cuenta dos direcciones, una para cartas y otra para paquetes, pero…

Yo no sé qué libros míos podrán interesarle a usted. De aquí en adelante le remitiré cuanto publique, y si quiere alguna cosa anterior que no conozca, me lo dice, y se la haré llegar. En el libro que le he enviado verá usted que el problema de la incomunicación que padecemos me resulta doloroso, y constituye hace tiempo una de mis preocupaciones. Creo que no sin motivo. En estos dias, precisamente, me pasa Molina la carta que adjunto, porque es curiosa. Imagínese que hace ya dos años la censura, siempre imprevisible, autorizó la venta de Muertes de perro en España. El verano pasado, que yo estuve en Madrid y en Barcelona, vi que no se había distribuido el libro. Todo sigue igual ¿Por qué? Vaya usted a saber; por pura negligencia del editor y sus distribuidores. Tanto, que en vista de ello, y estando autorizado el libro, estoy pensando en la conveniencia de intentar una edición ahí. Supongo que la Sudamericana, en vista de como están las cosas, no pondrá objeción, tanto más que la primera debe de estar casi agotada. ¿Qué me aconseja usted? ¿Quién cree usted que podría interesarse en publicar el libro? Dígame su opinión y deme su consejo, pues como comprenderá uno escribe también y principalmente para la Península, y es una triste gracia que una vez pasada la barrera oficial de la censura los libros de uno sean inaccesibles para los lectores españoles, pocos o muchos, que quieran comprarlos. Y perdóneme que lo moleste, como colega, con este tipo de cuestiones. Ahora terminé otra novela, del mismo porte de Muertes de perro y relacionada con ella, a la que he titulado La gran vidorra, y estoy perplejo, pues no sé si ofrecérsela a alguna editorial española (quizás, en caso, a la misma que pudiera publicar ahí la primera) o qué hacer.

El alumno que hace su tesis sobre la obra de usted es un rumano, ya hombre mayor, a quien usted ha recibido, y que escribió un articulo ya en la revista Hispania. Quizás usted lo recuerde. Todavía no tiene el trabajo lo bastante avanzado para poderle dar a usted copia de lo hecho. Y me temo que no va a hacer cosa extraordinaria, porque, aun siendo hombre trabajador, me parece que tiene poca chispa. De todas maneras, cuando lo vea al reanudarse las clases en el mes próximo veremos a ver lo que ha hecho durante el verano, y procuraré informarle a usted de cómo va el trabajo.

Para los Papeles de Son Armadans le envio a usted con esta carta dos originales, que son las últimas cosas de ese tipo que he escrito. Si quiere, puede publicarlos juntos, bajo el título común de Cuentos de amor; y si no, elija el que prefiera, y me devuelve el otro para darlo en otra parte… donde cosas así puedan publicarse, que no será por cierto en La Nación de Buenos Aires.

Basta de lata. Reciba un gran abrazo de su amigo

Francisco Ayala.-

Francisco Ayala

54 W., 16th Street

New York 11, N.Y.


FECHA
14/10/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Damián Bayón
DESTINO
París
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada. Nota aclaratoria y firma autógrafas]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Instituto de América de Santa Fe. Legado Damián Bayón. Archivo (Santa Fe, Granada)

Carta de Francisco Ayala a Damián Bayón (14/10/1961)

14 octubre 1961

Querido Damián:

Recibí su carta, tan generosa como suelen serlo todas las suyas, y luego el sobre con recorte de Le Monde, que me han interesado mucho, naturalmente. Al mismo tiempo, me ha llegado el número de La Nación que trae su excelente artículo sobre el Escorial, con el merecido, aun cuando benévolo y aun suavísimo palo al burro de Sánchez Albornoz. No hay que decir que lo he leído con deleite.

Le contestaré a sus preguntas sobre mis opiniones literarias: el libro de Cortázar todavía no lo he leído (y a lo mejor esto constituye ya un juicio, aunque implícito y hasta inconsciente, dado el aprecio y la verdadera estimación que siento por Julio. Hay ahí una sospecha, que tiene relación con la importancia que le suelo reconocer al tamaño en la obra de arte, de que no ha ido con tacto, y ha rebasado las medidas, -pero esto requeriría más largas explicaciones de las que caben en una carta-. Respecto del libro de Elvira, lo que le dije a ella, y quizás ella le habrá repetido, es exactamente lo que pienso: sin ser una obra de arte lograda, es una novela ‘seria’ e ‘imprescindible’, que contrasta con las pamplinas increibles en que abunda la literatura narrativa con tanto afán cultivada en Argentina. Es ante todo una cuestión de actitud, y hasta si se quiere una cuestión moral, que le hace volver la espalda a la monería literaria, con lo cual puede llegar a hacer buena literatura, pues no carece de dotes.

De esto, y de otras muchas cosas, quizás vamos a poder hablar pronto, pues quizás me decida a dar ese salto a Alemania, donde estaría desde el 5 hasta el 19 de noviembre, y ese dia me iría a París para pasar ahí una semana. Aunque no es seguro, pero sí probable. Si por fin lo hago, le escribiré a tiempo para que me encuentre a la llegada y combinemos todo del modo más conveniente. Después de pensarlo, ¿por qué no? Eso me permitiría cambiar de aires por un tiempito, y quizás sea bueno para la salud. Caso de hacerlo, quizás me convendría dar en París una conferencia o dos sobre ‘Unamuno, novelista’ que tengo escritas y todavía inéditas, si es que los amigos del Congreso por la Libertad, etc., me las patrocinan o consiguen que alguien me las patrocine (es decir, me las pague, hablando en plata; pues ello me ayudaría a costear la estada en París, a la que, por supuesto, no me convidan los alemanes.) Si usted, que tiene ahora, por lo que veo, vara alta con ellos*, hace un sondeo en forma ‘tentativa’, se lo estimaré mucho. Lo que veo es su noticia de que va a encargarse en Cuadernos del Balcón donde el pobre Serrano Plaja se ha puesto tan en evidencia (qué cretino, y aun tarado, es ese pobre Serrano Plaja: dicho sea inter nós, pues no tengo contra él hostilidad ninguna, ni me gustaría que esta opinión mía cundiera). En fin, me alegra el saberlo, por usted en primer término, y enseguida por la revista, que tendrá una cosa menos de qué avergonzarse, y más de qué enorgullecerse.

Y termino estas líneas, porque cuando hay perspectivas, aunque no sean seguras, de un próximo encuentro y dilatadas conversaciones, se quitan las ganas de teclear en la máquina.

Saludos muy cariñosos de todos nosotros, y un abrazo

[Escrito a mano:]

de Ayala.-

*no los alemanes, sino los del Congreso mentado