Carta de Francisco Ayala a Damián Bayón (11/02/1961)
11 de
febrero de 1961
Querido
Damián:
Contesto a su carta y, ante todo, lo [sic]
agradezco el ofrecimiento de enviarme un resúmen de las clases de Bataillon
que, desde luego, me interesan muchísimo, como todo lo que él escribe. Si puede
hacerlo con comodidad y no excesivo sacrificio, mándemelo; en otro caso,
absténgase, pues por ahora he dejado el tema de la novela picaresca, y él
siempre publicará lo que está haciendo. Mis trabajos están en el libro Experiencia e
invención, ya publicado por Taurus, y del que he visto un ejemplar que
me remitieron, prometiendo otros nueve para completar la espléndida suma de 10
que dan al autor. De ellos le reservo a usted uno; pero ya veremos cuando
llegan, porque a éstos, para decirlo finamente, se les pasea el alma por el
cuerpo. Creo que el libro queda bien, con gran unidad interna.
Me pregunta por La gran vidorra. Pues ya
se concluyó, y la he enviado a López Llausàs. Estoy, pues, en la fase en la que
uno se resiste a hablar del libro. Ya hablará él, por sí mismo, si quiere, y no
tardando mucho (espero). Sigo haciendo algunas cosillas, cortas de extensión,
si no de intención, y en eso me entretengo. Lo malo es que algunas resultan
decididamente impublicables; digo, no sé si eso será lo malo, o lo bueno.
La novela de Cortázar aun no la
conozco. Mandé que la compraran en Bryn Mawr, pero aun no ha llegado. Por lo
tanto, mal puedo darle una opinión. Me temo, sin embargo, a juzgar en parte por
las impresiones que ya usted me dió, y en parte porque se trata de algo que esta
sucediendo mucho hoy en dia, que el defecto de no calcular adecuadamente el
tamaño de la pieza perjudica demasiado a muchas obras de arte (literaria). Hay
cosas -estilos, concepciones, incluso temas- que podrían ser sumamente
agradables si no se presentaran en forma desmesurada, pero que pierden la
gracia e incluso invitan al bostezo cuando se nos ofrecen en un desarrollo canceroso.
Inclusive para dar literariamente la impresión del tedio, es necesario no
aburrir, del mismo modo que para dar la impresión del lenguaje hablado, vivo,
es necesario huir de la reproducción gramafónica de lo que la gente
efectivamente dice. De no ser así, el mejor novelista del mundo sería un tape-recorder, o un Sánchez Ferlosio.
Aqui se publicó un número dedicado a
España del Atlantic
Monthly, que no está mal, pero tiene sus bemoles. Si usted tiene
oportunidad de echarle una mirada ahí en cualquier Linconl Library u otro
sitio, no deje de hacerlo. A mí se me ha ocurrido escribir unas cuantas
puntualizaciones de poca consecuencia, pero que en cierto modo son resultado de
mi ida a España en el verano pasado. Ya lo verá usted en su momento.
No sé si le dije que Enjuto publicó por
fin en Asomante su
artículo sobre Muertes de perro, que queda muy bien. He
sabido de ellos por breves y eufóricas lineas en una carta que me escribió
Gullón desde su compañía. Tengo ganas de darme una vuelta por Puerto Rico, y quizás
lo haga en el verano, antes o después del curso de idem, que voy a dar este año
en Columbia University, para reponerme de gastos excesivos en el año anterior:
de modo que mis vacaciones, si tal puede llamárseles, se reducirán a 15 o 20 dias
de trópico amable.
Recibí de Carpio una carta larga, pero
malhumorada; y por otros conductos he sabido también de su estado de animo
escasamente jovial.
[Escrito a mano:]
Lo lamento por ambos conyuges.
Y nada más por hoy, sino un abrazo de
Ayala.-