Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (21/07/1966)
21 de julio de 1966
Mi querido Ricardo:
Contesto a tu carta calculando el tiempo para que coincida
con tu llegada a Boulder. Nosotros estamos aquí, esperando todavía el santo
advenimiento: hoy sale de cuenta; veremos cuánto se demora. Entre tanto, estoy
despachando multitud de cosas atrasadas, y lo que es más grave, sin ganas
ningunas de trabajar. Parece que la pereza se me hace endémica. No he asomado
por NYU salvo un dia para recoger mi correspondencia, y sin haber visto a
nadie. Supongo –estoy prácticamente seguro– de que no han conseguido a nadie, una
vez fracasadas las gestiones contigo. El dia antes de salir de Madrid fue a
verme Blanco Aguinaga, y por él supe que, al mismo tiempo, las habían estado
haciendo también para recuperar a Casalduero, con éxito negativo. Te repito lo
que ya te dije en mi anterior: nunca se sabe qué es lo mejor, y esta reflexión
quizás valga más que como consuelo a posteriori.
Las cosas de España me resultaron muy interesantes, y al
mismo tiempo (uno dificilmente puede asumir la actitud del mero espectador), irritantes
en gran medida. Desde enero hasta junio, el cambio es notable. Funciona la
libertad de expresión (libertad condicionada, por supuesto) en medida
apreciable, pero inferior a lo que hubiera sido de esperar, pues la gente no se
anima a hacer uso de las posibilidades existentes, no sé si porque nada tiene
que decir, o porque la corrupción que el régimen ha producido hace que se
sientan incómodos y molestos quienes han estado quejándose de él año tras año y
ahora carecen de pretexto para guardar silencio. Por supuesto, despotricar en
los cafés y decir chistes es fácil, y no compromete demasiado, mientras que la
expresión pública de opiniones concretas comporta una responsabilidad. El hecho
es que hasta ahora sólo se ha creido en el caso el gobierno de denunciar y
recoger publicaciones eclesiásticas: la única oposición real parece ser la de
los curas. Por otro lado, resulta que, con las nuevas posibilidades de expresión,
el grupito monárquico del que es portavoz ABC
ha empezado a actuar muy enérgicamente. Por supuesto, basta ver los nombres, y
basta ver lo que el susodicho órgano dice (si no bastara conocerlo de antiguo)
para darse cuenta de que ésa es una oposición reaccionaria, a la derecha del
régimen tal cual hoy es éste. O sea que se trata de una oposición integrada por
los terratenientes resentidos al ver su posición disminuida a efectos del
desarrollo económico, amas de casa a quienes la criada les sale respondona, cara
y abusiva, cavernícolas que ya no pueden volver la mirada a Roma puesto que el
Papa se les ha hecho cripto-comunista, y residuos sociales por el estilo, todos
nostálgicos de una monarquía imposible. Y lo absurdo del caso es que nuestros
amigos liberales, antifranquistas, ex-republicanos y hasta ex-exiliados están
haciendo el juego a ese grupo en la vana esperanza de que la monarquía les
lleve el gato al agua, los muy ilusos. Piensan que la implantación de este
régimen es ineluctable (y lo será, si no se crean alternativas, cuando Dios
llame al Caudillo a su seno), y que con él ellos van a mangonear. Viendo lo
extendido de ese mito llego a pensar que el equivocado debo de ser yo, pero
enseguida, discutiendo con los amigos, me doy cuenta de que no han pensado más
allá de sus narices, pues son incapaces de responder a una segunda pregunta que
se les haga; de modo que –concluyo– lo que pasa es que la gente se ha
desentrenado por completo, y viven dentro de los planteamientos ofrecidos por
el régimen, sin la menor iniciativa propia. Por otro lado, me parece que se
trata de una crisis muy pasajera, y que el ejercicio, que ya ha comenzado, de
la expresión pública, conducirá a una situación más normal, sin que se produzca
el daño que comportaría instaurar el anacrónico y peligrosísimo armatoste
monárquico. En fin, veremos, como dijo el ciego. La salud de Franco (otro mito
nacional) es excelente, y promete larga vida.
Estuve con todos los amigos, en especial con Cano, que sueña
con su venida a los US. Nos encontraremos, espero, en Austin. También nos
reunimos con Manolo durante los dos dias que pasó en Madrid. Enjuto, ya
doctorado, voló para Puerto Rico y se ocupa noche y dia en hacerle el trabajo
al nuevo rector de Rio Piedras, Abraham Gonzalez, que es amigo suyo. Aurorita
se quedó en Madrid hasta doctorarse también (cosa que tuvo efecto antes de
nuestra salida), y ahora remolonea, pues no tiene gana de regresar, y lo hará
para dar comienzo al curso, o sea en el mes que viene. Que hayan sacado el
doctorado ambos, me alegra, pues tenía yo verdadero temor, no por ella, sino por
Jorge, y aún no alcanzo a darme cuenta de cómo se ha cumplido el milagro, no por
merecido, menos milagro, aunque el diablo lo haya hecho.
Me alegro mucho de saber que Arocena se ha portado bien
contigo. Yo lo estimo muchísimo más de lo que él se imagina, pues sé que es
excelente persona, y sólo alguna debilidad de carácter he tenido que
reprocharle en determinadas ocasiones. Pero eso es mínimo, y si se piensa que
quién no tiene sus defectos, se reduce a nada.
Nada más se me ocurre comentarte. Espero que vuelvas a
escribirme, pues te sobrará tiempo, desde ese campus, y te contestaré quizás
con más noticias para entonces, ya que ahora estoy sumergido en el vacio del
verano neoyorkino.
Nina te envia sus saludos afectuosos, y yo un abrazo muy fuerte.
Ayala.-