Las cartas de Francisco Ayala sobre

Ildefonso Manuel Gil

Ildefonso Manuel Gil. Paniza, Zaragoza, 1912-Zaragoza, 2003.

Tras sufrir prisión durante la guerra civil y múltiples trabas durante la posguerra por su pasado republicano, el poeta y ensayista Ildefonso Manuel Gil pidió ayuda a Francisco Ayala –a quien había conocido en Madrid en los años 30– para encontrar trabajo en Estados Unidos. 


En 1963 recibió la invitación de la Universidad de Rutgers para trabajar en ella como docente. Gil impartiría clases en varios centros norteamericanos hasta su retorno a España en 1983.

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FECHA
09/04/1973
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ricardo Gullón
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] THE UNIVERSITY OF CHICAGO / CHICAGO 37. ILLINOIS / DEPARTMENT OF ROMANCE LANGUAGES AND LITERATURES / 1050 EAST 59TH STREET

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Harry Ransom Center. The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (09/04/1973)

9 de abril de 1973

Mi querido Ricardete: Ya podrás imaginarte cuánto me ha alegrado el comprobar, a través de nuestra breve y controlada conversación telefónica, que estás dispuesto a aceptar la oferta de esta universidad y que probablemente incluso coincidiremos aquí durante un trimestre. Me alegro, desde luego, por la universidad misma, que es, de todas las que he conocido, y no son pocas, la que más satisfacción me ha producido y donde he sido tratado con mayor delicadeza; pero, claro está, me alegro sobre todo por ti mismo, pues creo que será para ti una experiencia muy positiva, y tengo la esperanza de que una vez hecha decidas (por qué no?) quedarte definitivamente aquí. Yo por mí te diré que, pese a las obvias ventajas que para mí representa vivir en Nueva York, donde tengo a la familia, me ha costado mucho trabajo decidirme por fin a dejar la Universidad de Chicago. Las majaderías, pendejadas y rozamientos usuales en todas partes, aquí son mínimos. La biblioteca es magnífica, y la ciudad –digan lo que quieran sus propios habitantes– es de las más bonitas del país. Como te dijo Haley, yo vivo en un eficiency apartment a cuatro o cinco minutos de donde se dan las clases, y fácilmente encontrarás en el mismo edificio uno para tí que supongo necesitarás algo más grande que el mio, si es que, como supongo, Luisa viene contigo. En fin, pregúntame lo que quieras y te interese saber, pues durante el tiempo que todavía estaré por aquí por ahora (es decir, hasta fines de mayo) me tienes a tu disposición para cualquier información o gestión que desees. Escríbeme, y tendrás pronta y puntual respuesta.

Esta semana pasada he estado padeciendo un catarro muy cabrón, tanto que, no dándome motivo para guardar cama y estar ausente de las clases, me ha tenido sin embargo lo bastante fastidiado, incluso con algo de fiebre, como para que el humor fuera negro retinto.

Al venir aquí me dijo Morrissette que había estado con Allen a su paso por Austin hacía poco, y que lo había encontrado con una salud comprometida por ataques de corazón. Me gustaría que me dijeras qué hay en verdad de eso. Tú sabes que tengo por él verdadero afecto, y me preocupa lo que pueda pasarle.

De Manolo tuve carta en Nueva York hará quince o veinte días, diciendome que su suegra está muriéndose de cáncer. También se quejaba, y con razón, del precio de las cosas –y de las casas– en Madrid, sobre todo después de la devaluación del ex-dólar. Estoy esperando otras noticias suyas.

De mí mismo, poco más tengo que decirte, sino que, tan pronto como mis clases terminen, saldré para Madrid con Nina y la nieta (cuyos papás estarán ya para entonces en Europa), y que pasaremos ahí por lo menos el mes de junio, sin tener aún hechos los planes para el resto del verano. Eso es todo.

Escríbeme. Esta carta mia es extra, pues me debes tú una, que, ahora, deberá ser, si hay equidad en el mundo, doble de larga, eh?

Saludos muy afectuosos a todos, y un gran abrazo de

Ayala.-