Carta de Francisco Ayala a Arnaldo Orfila (04/03/1952)
4 de marzo de 1952.
Mi querido Orfila:
Veo por su carta, recibida hoy,
que le ha preocupado más de la cuenta mi fastidio por la manera como han
llevado ustedes el asunto de Serrano. La cosa no tiene tal importancia, pero yo
he creído, sobre todo con vistas al futuro, que vale la pena, y que nuestra
amistad autoriza, emplear esa franqueza y decirles a ustedes con toda claridad
lo que me parecía, tanto más, por cuanto lo ocurrido –a pesar de su
insignificancia, en la que insisto– se debe a que ustedes, como es natural,
desconocen las que pudiéramos llamar “circunstancias locales”, en las que
concurren un tejido de suspicacias y demás factores imponderables derivados de
la estrechez del ambiente. No se trata, por lo tanto, de que mi participación
en Insula deba ser “secreta” –ni podría serlo, entre otros motivos, por
hallarse constituida oficialmente como corporación–; sino de que, por mi
carácter de profesor, es conveniente y, más aún, necesario que las operaciones
comerciales de esa sociedad se mantengan rigurosamente separadas de las que
haga la universidad. Esto sí creía yo haberlo dejado aclarado con insistencia
en nuestras conversaciones, cuando veo que en la carta de Calvo no se lo tiene
en cuenta. Y… eso ha sido todo. Quizás yo le he atribuido importancia excesiva
a la cosa, o a ustedes, a la distancia, puede parecer una cuestión puntillosa
de mi parte lo que no es sino una norma de cautela que me impone mi
conocimiento de este ambiente, donde ya el mero hecho de ofrecer los libros a
su justo precio levantará una polvareda de hostilidades por cuenta de intereses
heridos.
Recibí, por supuesto, y le
agradezco, el envio correspondiente a la Facultad de Humanidades; ahora le
ruego a usted que recabe el cheque correspondiente a la Facultad de Economía,
que tampoco me pagó a su tiempo, y tenga la bondad de remitírmelo. Usted sabrá
a quién hay que movilizar; quizás a Sánchez Sarto.
Mi hija está contentísima con
la carta de su señora; la ha leido varias veces; y la cabecita, iluminada por
esa información que ahora tiene, le produce encanto, pues muchas veces la
encuentro contemplándola. Yo le digo que debe armarle una montura para hacerse
con ella un prendedor. Cuando volvamos a México será la oportunidad, creo.
Dígale, por favor, a Calvo que
don Jesús me ha escrito aceptando publicar los poemas del joven Fernández
Méndez.
He recibido hoy una carta de
Juan Goyanarte donde me dice que se ha asociado con Victoria Ocampo para llevar
Sur con menos gastos, y que está
ocupándose de aquello en forma tal que ya ha conseguido nivelarlos con los
ingresos; tienen una tirada de 3.000 ejemplares y van a intensificar las
ediciones. En la revista misma, introducen variaciones de contenido. Me he
alegrado mucho de todo esto, pues había que temer, si no, que un dia u otro se
hartara Victoria de gastar dinero y cerrara el boliche. Este Goyanarte es
entusiasta y práctico, así es que tal vez consiga salvar eso, que es de las
pocas cosas incontaminadas que quedan en el pais.
Y, a propósito, ¿ha visto usted
el número de Collier's dedicado a
nuestra primera dama? No se les queda nada en el tintero, y la información es,
sin duda, de primera agua.
Transmita mis saludos a todos
los amigos, y usted reciba un cordial abrazo de este viejo compañero de
alegrías y zozobras
Francisco Ayala.-