Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (09/04/1973)
9 de
abril de 1973
Mi
querido Ricardete: Ya podrás imaginarte cuánto me ha alegrado el comprobar, a
través de nuestra breve y controlada conversación telefónica, que estás
dispuesto a aceptar la oferta de esta universidad y que probablemente incluso
coincidiremos aquí durante un trimestre. Me alegro, desde luego, por la
universidad misma, que es, de todas las que he conocido, y no son pocas, la que
más satisfacción me ha producido y donde he sido tratado con mayor delicadeza;
pero, claro está, me alegro sobre todo por ti mismo, pues creo que será para ti
una experiencia muy positiva, y tengo la esperanza de que una vez hecha decidas
(por qué no?) quedarte definitivamente aquí. Yo por mí te diré que, pese a las
obvias ventajas que para mí representa vivir en Nueva York, donde tengo a la
familia, me ha costado mucho trabajo decidirme por fin a dejar la Universidad
de Chicago. Las majaderías, pendejadas y rozamientos usuales en todas partes,
aquí son mínimos. La biblioteca es magnífica, y la ciudad –digan lo que quieran
sus propios habitantes– es de las más bonitas del país. Como te dijo Haley, yo
vivo en un eficiency apartment a cuatro o cinco minutos de donde se dan las
clases, y fácilmente encontrarás en el mismo edificio uno para tí que supongo
necesitarás algo más grande que el mio, si es que, como supongo, Luisa viene
contigo. En fin, pregúntame lo que quieras y te interese saber, pues durante el
tiempo que todavía estaré por aquí por ahora (es decir, hasta fines de mayo) me
tienes a tu disposición para cualquier información o gestión que desees.
Escríbeme, y tendrás pronta y puntual respuesta.
Esta
semana pasada he estado padeciendo un catarro muy cabrón, tanto que, no dándome
motivo para guardar cama y estar ausente de las clases, me ha tenido sin
embargo lo bastante fastidiado, incluso con algo de fiebre, como para que el
humor fuera negro retinto.
Al
venir aquí me dijo Morrissette que había estado con Allen a su paso por Austin
hacía poco, y que lo había encontrado con una salud comprometida por ataques de
corazón. Me gustaría que me dijeras qué hay en verdad de eso. Tú sabes que tengo por él
verdadero afecto, y me preocupa lo que pueda pasarle.
De
Manolo tuve carta en Nueva York hará quince o veinte días, diciendome que su
suegra está muriéndose de cáncer. También se quejaba, y con razón, del precio
de las cosas –y de las casas– en Madrid, sobre todo después de la devaluación
del ex-dólar. Estoy esperando otras noticias suyas.
De
mí mismo, poco más tengo que decirte, sino que, tan pronto como mis clases
terminen, saldré para Madrid con Nina y la nieta (cuyos papás estarán ya para
entonces en Europa), y que pasaremos ahí por lo menos el mes de junio, sin
tener aún hechos los planes para el resto del verano. Eso es todo.
Escríbeme.
Esta carta mia es extra, pues me debes tú una, que, ahora, deberá ser, si hay
equidad en el mundo, doble de larga, eh?
Saludos
muy afectuosos a todos, y un gran abrazo de
Ayala.-