Ayala en tiempos difíciles
Lecturas para bien vivir, III
Ensimismados, taciturnos, atravesaron la ciudad solitaria. Sus pasos resonaban en las callejuelas ante las cerradas ventanas; por las esquinas huían los perros; solo agua y cielo y los pajarillos del aire parecían inocentes en Granada. Andaban ellos sin cambiar palabra; avanzaban y, conforme avanzaban, crecía la opresión de sus corazones.
Francisco Ayala, “San Juan de Dios” (1949)