Carta de Francisco Ayala a José M.ª Ferrater Mora (11/10/1962)
11 de octubre de 1962.
Querido José María:
Te
agradecí la carta del dia 3 con las noticias alentadoras sobre la marcha del
asunto Aub, cuyo nombre ya de por sí sugiere onomatopéyicamente un laborioso
esfuerzo. Abrirá el susodicho la exposición de tu paisano Torres Campaláns el
29 (creo) de los corrientes mes y año. Creo que después de ese evento será la
oportunidad de hacerle conocer las florestas de Bryn Mawr. Vosotros direis.
Espero
recibir muy pronto “El ser” y deseo que “la muerte” se demore todo lo posible:
aunque si son inseparables, pues con el nacer morimos, bienvenidos sean en amor
y compaña.
Mucho
lamenté que no nos hallases en casa con ocasión de tu precipitado y según me
dices infructuoso viaje a esta metropolís.
Para que se compense el desencuentro, quedas emplazado a comparecer de nuevo el
domingo dia 21; tendrás el placer, no sólo de vernos a nosotros, sino de
encontrarte con Dionisio Ridruejo, que anhela estrechar tu mano y absorber las
máximas de sabiduría que tus labios profieran, y a quien he prometido en
consecuencia conminarte a venir ese dia, en cuya fecha él estará de regreso
desde Washington a donde lo llevan graves asuntos, en compañía del ruso blanco
Gorkin, y honrará mi humilde hogar con su presencia. Item más, cree saber Ridruejo
que el profesor Marichal va a desplazarse también hacia acá para administrarle
sus prudentes y agudos consejos. Si tú, que tan asiduamente cultivas la amistad
de este inspirador político de Kennedy, sabes algo acerca de tan abnegado
propósito, hazme el favor de decirle que en el dia 21 de octubre de 1962
comparecerá, Dios mediante, en mi domicilio a eso de las 2.30 de la tarde, el
mentado Ridruejo, y que yo me sentiré muy honrado si el humilde hogar de este
servidor sirve de escenario a la histórica entrevista, donde, como en la de
Guayaquil, quedarán sellados los destinos de la patria para una nueva era de
libertad.
Otro
favor: te incluyo una carta para el comptroller; pero no se la envio
directamente al destinatario, no sólo para ahorrarme la no desdeñable suma de 4
(cuatro) centavos de dólar, sino para tener la certidumbre de que, con la
celeridad del rayo, cumple lo que en ella le pido. ¿Querrías ocuparte de ello?
Gracias anticipadas.
Dile
a Dorothy que pienso enviarle un ejemplar de mi libro; pero ¿cuándo? Esto nadie
lo sabe, pues entre otras maravillas, el correo argentino ha estado en huelga,
y es imprevisible la fecha en que me llegue, si es que llega, un paquete de
ejemplares que (a cuenta mía, naturalmente) pedí a la editorial. Baste decir que
aun no ha llegado un envio que a mí mismo me hice estando allí en julio
pasado... Supongo que, acumuladas las cosas, habrán decidido los funcionarios
quemarlas, botarlas, dárselas a sus propios hijos, o emplear cualquier otro
medio de destrucción.
Hasta
pronto. Abrazos
Ayala.-
Creo que pronto podré darte
noticias frescas y directas de Julián Marías, cuya venida parece inminente, y
cuya popularidad sube de dia en dia, como la leche.