Correspondencia con Eduardo Mallea:

Eduardo Mallea

1903 Bahía Blanca - 1982 Buenos Aires

Además de escritor, traductor y periodista, Eduardo Mallea fue director del suplemento literario del diario La Nación de Buenos Aires, donde acogió las colaboraciones de Ayala desde su llegada al exilio. Pertenecía al grupo que promovió la revista Sur, y fue uno de los impulsores de Realidad. Revista de Ideas (1947-1949).

cartas 6 al 10 de 13
FECHA
17/05/1959
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] FRANCISCO AYALA / 54 WEST 16TH STREET / APT. 4F / NEW YORK 11, N. Y.

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (17/05/1959)

17 de mayo de 1959

Querido Eduardo:

Fué muy agradable para mí recibir, el lunes pasado, una carta de Enrique Aztiria dándome su dirección. Lo llamé enseguida al hotel, y nos pusimos de acuerdo para que nos encontráramos enseguida (pues yo debía salir esa misma tarde para Princeton, y quedarme allí y en New Brunswick, para terminar mis clases, hasta el sábado, ayer, en que él debía tomar el avión de regreso.) De todas maneras, como te contará, tuvimos oportunidad de charlar unas horas, y sólo me quedó el pesar de que no hubieran sido más largas, y de no haber tenido medio de invitarlos y acompañarlos un poco.

Recibí, sí, tu libro, y lo lei enseguida con el gusto que siempre me proporcionan tus novelas; también lo he prestado a algunos amigos que querían leerlo. En cambio, carta tuya no he tenido; pero a eso estoy ya resignado; y aun me parece gran cosa las lineas que me entregó tu primo. A lo mejor se cumplen los deseos comunes de encontrarnos en Nueva York, y ojalá fuera muy pronto.

Quisiera saber qué estás escribiendo ahora. Desde luego, la pregunta de para qué y para quien está más que justificada, y yo también, cómo no, me la he hecho y me la sigo haciendo; y me la he contestado en forma negativa: para nada y para nadie; pero... uno sigue escribiendo. ¿Entonces? Bueno, es que uno sigue viviendo, y vivir es seguir siendo quien se es. ¿Para qué vive uno?

Dentro de algunos días nos iremos a “veranear” en Puerto Rico. Este año ha sido desastroso para mí desde el punto de vista económico. He ganado poco, y he tenido que instalar una casa, que aquí es algo serio, pues cualquier porquería cuesta una fortuna. De modo que necesito emplear las vacaciones en ejercicios lucrativos, tal como el de desasnar a la nueva degeneración; y en eso me emplearé durante los meses de junio y julio…

Siempre pienso en Buenos Aires como my place, en la medida en que yo tenga alguna; pero…

Bueno, nuestros saludos para ustedes dos, y un gran abrazo de

Ayala.-


FECHA
03/02/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] RUTGERS · THE STATE UNIVERSITY / COLLEGE OF ARTS AND SCIENCES / NEW BRUNSWICK, NEW JERSEY

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (03/02/1961)

3 de febrero de 1961

Mi querido Eduardo:

Esta vez me toca a mí sentirme culpable y pedirte disculpas por no haberte escrito en tan largo tiempo. Es lo cierto que, últimamente, llovieron sobre mí cosas tan diversas, y tan apremiantes algunas de ellas –lo que en modo alguno significa importantes; muchas veces, todo lo contrario– que me han robado la calma indispensable para ponerme a escribir una carta que no sea de las exigidas por requerimientos prácticos inmediatos.

Y al decir esto, me doy cuenta de que la presente, en cierto modo, responde a un motivo de ese tipo, ya que te he hecho enviar directamente desde España un ejemplar de mi nuevo libro de ensayos (en gran parte, publicados en La Nación a lo largo de años), editado por Taurus bajo el título de Experiencia e invención, y como lo recibirás sin dedicatoria, esta carta quiere suplirte las palabras afectuosas que hubiera deseado escribir sobre la ahora impoluta portadilla.

He sabido que salió La vida blanca, así como una edición de La razón humana. He encargado a la biblioteca universitaria que adquiera ambos libros, pero todavía no han llegado; creo que muy pronto me daré el gusto de verlos.

Durante el verano pasado estuvimos en Europa, como creo que sabrás (me parece, aunque no estoy seguro de mi memoria, que les escribimos a ustedes una postal desde París; pero bien pudiera ser que todo quedara en la intención, y esas intenciones perduran más en el ánimo que el propósito cumplido.) Fuimos a España, cuyo estado presente me interesaba comprobar de visu, aparte de confrontaciones con el mundo de mi infancia y juventud, que he cumplido con la intensidad premeditada. Acerca de las impresiones recibidas habría materia para hablar interminablemente, y como una carta no puede serlo, más valdrá no entrar siquiera en el tema. En fin, gasté tiempo y el poco dinero disponible, y aunque no hice nada que se traduzca o pueda traducir en letra impresa, no lo doy por perdido. Entre otras cosas, dejé que se retrasara una nueva novelita que tenía entre manos, continuación en cierto modo, y en cierto modo, no, de Muertes de perro, y ahora, después de salir de otros apremios relacionados con la cuestion de panem lucrando, por fin la he terminado. Lleva el horrible título de La gran vidorra, que corresponde al tipo de horror que me propongo expresar en ella. A la política y miseria de la anterior ha sucedido, dentro del mismo ambiente, la prosperidad y el progreso. El resultado es La gran vidorra. Ya está en poder de López LLausás, y si como deseo la publica pronto, me darás tu opinión, que tanto estimo.

Aparte de eso, he escrito varios cuentos, varios de ellos impublicables, por lo menos en revistas de buena reputación y costumbres honestas. (Y de las otras, me parece que ya no queda ninguna). En fin, con esto te doy cuenta de mis actividades plumísticas, que son las únicas, casi, a que me dedico, aparte del aburrido oficio de enseñar al que continuará no sabiendo; y si quieres saber ahora acerca de los planes para el futuro inmediato, se reducen a seguir enseñando, como lo haré el próximo verano en Columbia University, y quizás dar una escapada a Puerto Rico, o a Méjico, para cambiar de paisaje y de aires. Poca cosa, según puedes comprobar.

Siempre tenemos en la mente la posibilidad de que, algún dia, se animen a darse una vuelta por acá. Nos gustaría tanto su visita…Y creo que es sólo cuestión de decidirse, que me parece, para tí y en tu caso, la más difícil de las cuestiones. Si Elenita tuviera entusiasmo, a lo mejor se animaban.

Nina me encarga de transmitir sus cariñosos saludos. Y yo les envio un gran abrazo, esperando que no tarden demasiado en venir sus noticias. (Desde luego, haz caso omiso del membrete: la dirección personal es 54 W., 16th St., New York 11, N.Y.)

Cordialmente, tu viejo amigo

Francisco Ayala.-


FECHA
22/07/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (22/07/1961)

22 de julio de 1961

Querido Eduardo:

Ayer recibí tus Travesías, y dejé a un lado todo lo que tenía que hacer, seducido por las primeras páginas. El resultado es que hasta ahora, en que he terminado la lectura, y te escribo estas lineas, no he hecho apenas otra cosa que seguirte paso a paso y página a página a lo largo de un libro que me ha resultado fascinante, por su pureza, por ese modo simple y esa lograda naturalidad con que transmites en él lo difícil y refinado. Me ha conquistado ese volúmen de notas como sólo puede conquistar una gran novela; como novela lo siento; así se me aparece y así quedará en mi recuerdo; una novela a la que yo también asomo. Estas lineas, que siguen de inmediato a la lectura, son el resultado de esa atracción, con la que me has incluido en tu órbita espiritual por muchas horas seguidas, dejándome sin ganas de salirme hacia otros campos y otras cosas. Por consiguiente, dialogaré contigo hasta llenar la hoja.

Como el tema ha sido el de la actividad y creación literaria, reanudándolo por mi parte, aunque sea en un tono más bien informativo, te diré que hace meses concluí una novela, corta como la anterior, y ligada a ella de algún modo (aparte del vínculo que une a todas las obras de un escritor en la persona de éste). Se la envié al amigo López Llausás, y no sé cuándo la publicará. Yo desearía que fuese muy pronto, pues ahora hay aquí varias editoriales interesadas en publicar cosas mias, y no tengo juego, pues Muertes de perro está comprometida en Macmillan, y la traductora no termina de entregar su trabajo. (Pero estas son latas y majaderías del oficio, que yo, aunque no debiera, desdeño, o por lo menos, descuido demasiado. Aun para lo que más me importa, que es llegar a las personas cuya opinión estimo, querría que esa nueva novela, La gran vidorra, se publicara enseguida.)

Después he escrito unos pocos cuentos, de los que tal vez haya caido en tus manos alguno, pues se han publicado en diversas revistas; y este es el momento en que me siento un poco desorientado y como vacio, y cada vez más perplejo acerca del sentido que todo lo que uno hace pueda tener o no tener en la perspectiva de nuestro mundo. Quizás influye en ese estado de ánimo el calor excesivo, el vacio estival de Nueva York (estoy dando un curso de verano en Columbia University, pues, en vez de viajar y gastar dinero, necesito por el contrario ganar alguno en estos meses), y a la mejor quién sabe qué otros factores de los que no tengo clara conciencia. Pero el hecho es que tengo la desagradable sensación de inutilidad, y no es fácil con ella hacer nada en que realmente se crea, siendo en cambio muy posible, por paradoja, hacer todo aquello en que no se cree. Esperemos que un cambio de humor me favorezca en el futuro próximo; y si no, poco importa.

Siempre tengo el proyecto, y no sólo el deseo, de darme una vuelta por Buenos Aires para dentro de un año. Como en Estados Unidos todo hay que prepararlo con mucho tiempo, y hacer los planes por adelantado, desde ahora tengo que ocuparme de hacer posible ese viaje. Pero ustedes, ¿no vendrán antes por aquí? ¡Cuánto nos gustaría!

Reciban nuestros afectuosos saludos, y tú un gran abrazo de tu viejo amigo

Ayala.-


FECHA
22/05/1962
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta manuscrita]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (22/05/1962)

22 de mayo de 1962

Mi querido Eduardo:

Contesto enseguida a tus cariñosas lineas para anticiparte un abrazo. En efecto, hacia el 10 o 12 de junio estaremos ahí, y aunque no serán muchos los días de permanencia, tendremos oportunidad holgada de hablar a nuestro gusto. No vale la pena, siendo así, que te diga ahora nada de nada.

Te agradezco infinitamente tus ofrecimientos. Conferencias no quiero darlas. Siempre me parecieron un ejercicio absurdo, y hoy me lo parecen más que nunca. Mejor si pueden evitarse.

Hasta pronto. Nuestros más afectuosos saludos a Elenita, y para ti un abrazo de

Francisco Ayala.-


FECHA
03/02/1965
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Eduardo Mallea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] NEW YORK UNIVERSITY / GRADUATE SCHOOL OF ARTS AND SCIENCE / WASHINGTON SQUARE, NEW YORK 3, N.Y.

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Archivo Eduardo Mallea

Carta de Francisco Ayala a Eduardo Mallea (03/02/1965)

3 de febrero de 1965

Querido Eduardo:

Hace mucho tiempo que no comunicamos. Y hoy, después de abrir un curso cuyo primer mes irá dedicado a estudiar tus obras, sobre todo en el aspecto ensayístico, y de haber leido de nuevo La guerra interior, siento la necesidad, probablemente, seguramente provocada por esa lectura, de escribirte unas lineas, sin otro propósito ni otra finalidad que el gesto amistoso en sí mismo y por sí mismo. Una efusión que responde a la calidad sincerísima y a la virtud autoreveladora de tan hermosas páginas.

Y cumplido ese acto de amistosa urgencia, basta. Pues si fuera uno a ponerse a contar, a comentar, a charlar ¿dónde terminaría esta carta? No terminaría nunca.

Recibe un abrazo de

Ayala.-