Correspondencia con Ilsa Barea:

Ilsa Barea

1902 Viena - 1973 Viena

Periodista de origen checo, Ilse Pollak se casó con Leopold Kulcsar, que trabajó durante la guerra civil para la legación española en Praga de la que era secretario Ayala. 


Tras la muerte de Kulcsar, en 1938, Pollak se casó con el escritor Arturo Barea, a quien había conocido en Madrid durante la guerra; adoptó su apellido y se trasladó con él a Inglaterra, donde se dedicó a la traducción. En 1959 recibió de la editorial Macmillan el encargo, que no cumpliría, de traducir al inglés Muertes de perro.

cartas 1 al 5 de 5
FECHA
27/09/1959
REMITENTE
Ilsa Barea
DESTINATARIOS/AS
Francisco Ayala
DESTINO
54 West 16th Street. Apt. 4F. New York 11 N. Y.
ORIGEN
10 Lansdowne Crescent
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Francisco Ayala

Carta de Ilsa Barea a Francisco Ayala (27/09/1959)

10 Lansdowne Crescent,

London W. 11.

27 de septiembre de 1959

Sr. D. Francisco Ayala,

54 West 16th St.,

New York 11.

Mi querido amigo:

Le debo mis sinceras gracias por su carta, tan cordial y halagüeña, y por su interesantísima novela. Me gusta, me gusta mucho, y espero –“I hope”– que Mr. Emile Capouya podrá consentir a mis condiciones, porque de todos los libros que recientemente he tenido que traducir, éste se destaca por una cualidad intelectual que me atrae de veras.

Le envío la copia de la carta que mando al Sr. Capouya, para evitar una pérdida de tiempo. Verá que la mayor dificultad –y no he exagerado– es el tiempo. No lo he mencionado en la carta a Macmillan que mi salud no siempre me permite la cantidad de trabajo a la que estaba acostumbrada; tengo algunos alifafes muy molestos, sobre todo una diabetes que, aún ahora que está lo que llaman estabilizada, necesita cierta precaución. Cuando paso por una racha de cansancio excesivo, cosa inevitable, tengo que pararme si no quiero tener un relapso. Por lo tanto, no me es posible hacer lo que hacía antes, trabajar noches enteras. Total, para la traducción de Muertes de perro (¿y qué título en inglés sería el mejor equivalente?) necesitaría seguramente lo que he dicho al Sr. Capouya, a lo menos [sic] cuatro meses. También es verdad que digo a él [sic], que la tarea es difícil por los diferentes planos de estilo: el estilo del narrador, el de Tadeo Requena y el de las manifestaciones oficiales son tan distintos entre sí que habrá que experimentar hasta lograr una buena solución. En fin, espero que salga todo bien. No sé qué piensa Vd. del honorario que he propuesto. Pero, francamente, no soy un traductor barato –y además, en términos de los Estados Unidos no me parece pedir demasiado. Al fin y al cabo, tengo que vivir de ello, como free-lance sin otros recursos. Y hay tantas cosas que hago, que me gusta hacer, y que no dan un céntimo…

Me recuerdo bien de su Cabeza de cordero [sic], libro que mandó a Arturo hace años y que nos gustaba mucho a los dos, aunque me temo que Arturo, como de costumbre, nunca le dió las gracias. Tenemos, usted y yo, unos amigos en común, sobre todo a José Maria Domínguez. Y ¿me equivoco si creo que usted ha conocido a mi primer marido en Praga, a Leopold Kulcsar? Ya sé que esto, si es así, puede haberle causado alguna, digamos, inhibición hacia mi persona: pero ¡han pasado tantos años y tantas cosas!

Ahora hay que esperar lo que digan los de Macmillan. Pero si el trato se cierra, creo que usted sabrá que yo haré mi mejor [sic] para su libro. Y le agradezco de antemano todo que [sic] pueda hacer para ayudarme en la tarea. Sólo le advierto que, por más que sea leal al autor, soy de los que creen en una traducción imaginativa, es decir, no aferrada a la letra del original sino más bien explorando el sentido, la intención, la atmósfera y las asociaciones mentales. Ya conoce aquel refrán de las traducciones que no son fieles si son bellas, y no bellas si son fieles: hay algo de verdad en esto. Mejor dicho, creo que muchas veces, siendo el traductor fiel al texto en el sentido de gramatica y sintaxis, lo traiciona espiritualmente. Claro que mi colaboración con Arturo me ha mimado; pero sinceramente dicho, confío que no tomo libertades arbitrarias.

Bueno: que esto sea el principio de una colaboración fructífera.

Reciba el más cordial saludo de su amiga

Ilsa Barea

[Copia de carta dirigida a Emil Capouya:] 

10 Lansdowne Crescent,

London W.11.

27 September, 1959

Mr. Emile Capouya,

Editor The Macmillan Co.,

60, Fifth Ave.,

New York 11, N.Y.

Dear Mr. Capouya:

Francisco Ayala tells me in a letter dated 21 September that you would like me to translate his Muertes de perro, provided, of course, I find the task congenial and can agree with you about conditions.

I have read the novel, at least superficially, last night, and find it an impressive piece of work. It would indeed please me to work out a decent translation –not an easy job by any means, and all the more attractive.

The greatest difficulty is time. I have first to finish the most urgent jobs that have accumulated on my desk, not last translations and work connected with my late husband’s papers, before I can start on a new thing. Admittedly I would in the meantime be able to get through the preliminaries, by which I mean, above all, several careful readings of the book so that I get sufficiently imbued with its intricacies, and can experiment with the English equivalents in style on the different levels Ayala has been using. But I doubt whether I would be able to start with the translation itself, i.e. the typing, before the middle of December. I always type several versions, and have the last but one checked by an English friend who is a writer, so as to avoid any tinge of “foreignness”. Muertes de perro depends largely on subtleties of style if it has to make its impact; I am sure you will agree on this point. Hence it would be a mistake to try any short-cut when translating it. I calculate that the actual translation will take me all of four months, since I would never be able to drop all other work completely, a move that would be disastrous for me. In brief, if you still wish to entrust this translation to me, I could commit myself to no earlier date for the delivery of the MS. fit for the printers than the last of April –and this with certain qualms. If your production program were to permit ampler time, say, the end of May or middle of June, I would be delighted.

As to the financial side, I suggest the U.N. scale for abroad, which is twelve dollars a thousand words, with half of the computed fee payable on agreement or the signing of a contract, and half on delivery of the complete translation. This is my invariable arrangement with British publishers.

I am sorry about the difficulties that arise out of my time-table, but you will understand that I must give first priority to genuinely urgent older commitments. Even so, I sincerely hope we can come to an agreement: I hope so because I want to translate this particular book. It seems rather important to me, and I believe I would do it justice.

Sincerely,

Ilsa Barea


FECHA
03/10/1959
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ilsa Barea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Francisco Ayala

Carta de Francisco Ayala a Ilsa Barea (03/10/1959)

N.Y., 3 de octubre de 1959.

Mi querida amiga: Me encuentro su carta al regresar, para el fin de semana, de Bryn Mawr, cerca de Filadelfia, donde trabajo, y no quiero decirle cuanta alegría me ha proporcionado el ver que las cosas están en camino de concertarse. El lunes, antes de marcharme, trataré de hablar con Capouya, con objeto de convencerlo, si tiene dudas respecto de la tarifa que usted le menciona, de que vale la pena tener una traducción como sólo usted es capaz de hacerla. Creo que ésa sería la única objeción, dado que el plazo establecido por usted es prudencial y se tiene la seguridad de que habrá de cumplirlo.

Por las observaciones que usted hace acerca de la índole del trabajo, ya he visto con satisfacción hasta qué punto ha penetrado usted en los problemas de estilo que la novela encierra. Ya quisieran muchos críticos haberse dado cuenta; no ha faltado inocente que, elogiando mucho el libro, lo ha considerado como de una técnica desprovista de toda complicación… En cierto modo, esta opinión resulta, paradójicamente, halagüeña para el autor.

Así, pues, yo también espero –hope– que sea usted la traductora. Supongo que la editorial querrá hacer del libro un éxito (y en cierto modo, ésa es la prisa, pues parece que el momento es oportuno, dadas las circunstancias hispanoamericanas); razón de más para que paguen decentemente la traducción. Si yo he podido hablar con Capouya antes de irme, le pondré todavía una coletilla al final de esta carta, que no he de cerrar hasta el último momento, diciéndole a usted lo que haya.

Y si, en efecto, llegara a venderse bien, sería cuestión, seguramente, de traducir algunas de mis otras cosas, como La cabeza del cordero, que usted menciona tan amablemente.

En efecto, conocí a Leopold Kulcsar, fuí amigo suyo y asistí a su muerte. Era un hombre excelente, y siempre nos habló de usted con respeto y entusiasmo; inclusive nos contó la entrevista con ustedes, tal cual luego había de relatarla Arturo en su libro. En cierto modo, mi amistad hacia usted pasa a través del recuerdo de aquellos años inolvidables y sin embargo, tan amargos de recordar.

Dígame –suponiendo siempre que el trato se cierre con Macmillan– si quiere que le remita otras cosas mías, y si le conviene recibir, o no, algunos de los comentarios que se han escrito sobre Muertes de perro. Como cada cuál conoce sus propios métodos, a lo mejor prefiere usted manejar directamente con el libro, y le resultan perturbadores otros elementos interpuestos. Si, por el contrario, piensa que pueden serle de ayuda, se los remitiré enseguida.

5 de octubre 1959

El Sr. Capouya no va hoy a su oficina. De modo que, en lugar de hablarle, le dejo una carta recomendándole que escriba a usted y cierre el convenio. Supongo que lo hará, aunque temo que tarde dias, pues parece siempre muy atareado. De todos modos le digo también que venga a almorzar a casa el domingo próximo, y si lo hace, sabremos cómo están las cosas.

Saludos muy cordiales de su buen amigo


FECHA
03/11/1959
REMITENTE
Ilsa Barea
DESTINATARIOS/AS
Francisco Ayala
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Francisco Ayala

Carta de Ilsa Barea a Francisco Ayala (03/11/1959)

3 de noviembre de 1959

Mi querido amigo:

Hace ya más de una semana recibí una carta del Sr. Capouya con el contrato, que devolví firmado en seguida. Me han dado un plazo muy generoso para completar la traducción, y todo se queda erreglado [sic]; falta nada más que el cheque, que prometieron para cuando recibieran el contrato firmado por mí –y lo más importante, lo único importante, que es el trabajo mismo. Tengo mucho ánimo para ello y me siento algo impaciente, por tener que terminar tantas cosas antes.

Le hubiera escrito inmediatamente después de recibir el contrato, pero llegó unas horas antes de mi salida por avión para Paris, donde estuve nada más que tres días. Y después de la vuelta, he tenido un diluvio de cartas absolutamente necesarios, de conferencias y no sé qué más. Total, hoy es la primera tarde libre. Perdone por lo tanto la demora.

Para que nunca falte la gota amarga, he tenido que reorganizar mi método de trabajo porque dos dedos de mi mano derecha, el índice y el del corazón, un poquillo artríticos desde años (cosa con la que me dejo un encarcelamiento en el año pum, es decir en 1933…) se han hinchado de tal manera que el doctor ha decretado un largo descanso sin escribir a máquina. Esta carta la escribo con los otros dedos, muy mal desde luego, por ser de los que teclean con cuatro dedos, dos de ellos los “incomunicados”; pero mi trabajo corriente ahora tengo que hacer con una máquina de dictar, de esas de cinta, y con la ayuda de una muchacha que luego lo copia y recopia. Sin esto, nunca acabaría –pero francamente, era la seguridad de tener tanto trabajo en el inmediato futuro que me ha animado a comprar el aparato, y el cheque de Macmillan servirá para pagarlo. Así ve usted la indirecta influencia que Muertes de perro ha tenido en mi existencia.

Le agradezco mucho su anterior carta con lo que dijo de Poldi Kulcsar. Y de mí. Espero y confío que en adelante se va a hacer más estrecho el contacto. Como usted dice, sin conocernos, tenemos otro amigo en común, José Mari Dominguez, que está en Roma desde unos años [sic]; he pasado mis vacaciones con él y su mujer, y espero volver a otra visita el año que viene. Pero no hago planes más allá de junio. Todo lo demás es fantasía, por ejemplo, la idea de irme por medio año a los Estados Unidos, si es que encuentro alguna universidad que me deje dar cursos. Hace dos semanas estuve en Cambridge para dar una conferencia sobre la joven generación de novelistas españoles, los de dentro del país. Probablemente me invitará la Spanish Society de la universidad a dar otra conferencia sobre los escritores del destierro. Entonces, claro está hablaría también de sus obras, tanto de La cabeza del cordero que Muertes de perro [sic]. No hay tantos novelistas ahora, a parte de Sender, tal vez Pablo de la Fuente, José Blanco Amor (nada importante, creo), Miguel de Castillo que escribe en francés, y Manuel Lamana. Si usted sabe algo sobre novelistas españoles entre los emigrados en esa, le agradecería cualquier información. La dificultad es que tendría que hablar sobre Arturo en lugar prominente.

Ahora, o sea, hace poco terminé la redacción y ordenación de un tomo de cuentos de él, y otro de sus ensayos sobre temas literarios españoles, ambos para una editorial de Madrid! No sé, y no sabe la editorial, si la Censura lo admitirá; desde luego, lo retiraré si quieren imponer mutilaciones serias. Siempre puedo publicarlo en América Latina. Pero creo que vale la pena hacer el experimento. Más tarde, después de terminar “nuestra” traducción, quiero empezar un libro que está en statu nascendi, medio autobiográfico y medio biográfico, sobre Arturo y sobre mi, o sea, mi colaboración con él, pero también sobre nuestras vidas a parte y juntos. Lo escribiré en inglés, claro. Pero si me sale bien, lo verteré yo misma en castellano crudo, para dejarlo luego revisar y alisar (no demasiado) por alguien castizo.

Bueno, ahora le he hablado demasiado sobre mis asuntos personales. Pero es mi ilusión que entre el autor y el traductor debe existir una comprensión mutua –si no es una traducción de “pan y mantequilla”, como la que estoy terminando y otra que me está esperando. Por lo tanto, le pido paciencia con mi inclinación hacia cartas parlanchinas.

Un saludo muy cordial de

Ilsa


FECHA
22/07/1961
REMITENTE
Ilsa Barea
DESTINATARIOS/AS
Francisco Ayala
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con correcciones a mano, con firma autógrafa y con membrete:] 28 UPPER PARK ROAD / LONDON, N.W.3

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Francisco Ayala

Carta de Ilsa Barea a Francisco Ayala (22/07/1961)

Mi distinguido amigo:

Espero que me deje llamarle así, a pesar de su comprensible e inevitable irritación y rabia conmigo…

Primero: lo que Salazar Chapela me indica que Vd. cree, a causa de The Horns of Fear, no es así. En esto, al menos, soy completamente inocente. Faber & Faber de Londres me encargaron con la traducción de la novela de A. M. de Lera unos seis meses o más antes de que Vd. se puso en contacto conmigo, y terminé la traducción al principio del año pasado. En Inglaterra se publicó hace muchos meses. Es una novela corriente que traduje como “bread and butter work” y que no tiene comparación en ningún sentido, ni en importancia ni en calidad literaria ni en problemática de traducción, con Muertes de perros [sic], y no se me hubiera ocurrido dar prioridad a aquel trabajo. Sólo que tuve que terminarlo antes de empezar algo nuevo, y en mi correspondencia original mencioné algo de mis obligaciones anteriores. No quiero que Vd. tenga esa sospecha ni un día más. Ya tiene bastantes razones para quejarse de mí, pero sería un [sic] falta de lealtad absoluta, cosa de la que no creo ser capaz.

Segundo, y esto digo como “captatio benevolentiae”: desde semanas tengo terminada la tercera (sic!) versión de mi traducción de Muertes de perros [sic]; la he dado a la misma amiga inglesa que siempre ha revisado mis traducciones de las obras de mi marido, porque es la revisora en la que tengo más confianza. Desafortunadamente ella tambien tiene mucho trabajo, se llevó el texto en sus vacaciones, y es sólo la semana que viene que nos reuniremos para discutir algunos puntos de duda de estilo. Después, probablemente habrá que recopiar unas cuantas páginas. Pero el trabajo me parece hecho, contra viento y marea. Y ¡tanta marea!

Y ahora empiezo mi explanación, si tiene la paciencia de leerla. He pasado por dos de los años más difíciles, no sólo en el capítulo salud, de este período de mi vida. Ya sabe que tengo diabetis [sic]. Ésta, suele ser una enfermedad clemente, pero por varias razones, entre ellas una alergia contra la insulina, la mía es difícil de “controlar” como dicen los médicos. He tenido nada menos que dos colapsos, uno muy serio el otoño pasado. Ahora, la causa siempre ha sido exceso de trabajo y de tensión. Durante meses no he podido hacer nada, prácticamente, que leer y dictar algunas reseñas para continuar unas modestas ganancias. Algunas semanas que se prolongaron a meses ni abría cartas, para evitar excitaciones, etc. etc. Por añadidura he tenido muchos problemas personales que no le interesarán: ha sido una batalla que he ganado pero que ha costado mucho tiempo, muchos nervios…y que me tenía inmovilizada para trabajos más creativos. Todos mis amigos, y todos [sic] las editoriales también, o tenían que dejarme por imposible o tener paciencia. La verdad es que trataba demasiadas veces a reempezar con el trabajo, y en primer lugar con la traducción, dificilísima, de Muertes de perros [sic], cuando no hubiera debido hacer nada, y siempre terminó en fracaso físico.

Me dirá por qué no le he escrito sobre todo esto antes. La contestación es simple. No quería dar excusas y más excusas, sino decir: he hecho esto, aquí está. Creía haber llegado al punto hace unos seis meses, pero no me gustó el resultado de mis trabajos tantas veces interrumpidos, y otra vez lo rehice todo. El experimento de usar el dictáfono salió mal, porque para ello los problemas del estilo de Muertes de perros [sic] (“A Dog’s Death”, ya que el plural es imposible en inglés) son demasiado sutiles. Tuve que escribirlo por máquina [sic], yo misma; aquí entró otra dificultad… los dolores artríticos en dos dedos de mi mano derecha y a veces en el brazo entero, que se empeoran rapidamente cuando escribo mucho. Etc. etc.

No puede imaginarse, creo, la preocupación constante que todo esto me había causado durante el año pasado y el corriente. Desde unos cuatro meses estoy mucho mejor de salud, pero no completamente en un equilibrio estable. Es por esto que he evitado enfrentarme con las cosas menores, como la correspondencia, que ya me parecía una montaña demasiado inacesible [sic].

A veces pensaba si no debiera decir que otra persona terminara la traducción, pero francamente, no creía esto una buena solución. Creo sinceramente que el resultado final, que ya esta en vista –aun si la última tarea de corrección y de copiar no está completamente terminada– justificará la enorme y desesperante espera.

Ojalá que Vd. dirá lo mismo.

Le saluda muy cordialmente

Ilsa Barea


FECHA
05/08/1961
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ilsa Barea
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Francisco Ayala

Carta de Francisco Ayala a Ilsa Barea (05/08/1961)

5 de agosto de 1961

Mi distinguida amiga: Recibo su carta de 22 de julio, y veo por ella que mi creencia de que usted hubiera pospuesto la traducción de Muertes de perro para hacer otra no correspondía a la realidad. El hecho de haberle escrito varias cartas a lo largo de todo este tiempo sin obtener respuesta alguna me parece que disculpa y aun justifica aquella sospecha mía. Ahora veo, por lo que usted amablemente me explica, cuáles han sido las causas, no sólo de su demora, sino también de su silencio, y créame que las lamento muy sinceramente. Tal vez si, durante mi viaje del pasado verano a Inglaterra, hubiera tenido yo la suerte de poder encontrarme con usted, hablando nos hubiéramos entendido y quizás hallado juntos alguna manera de evitar que el trabajo se retrasara tanto…Pero, en fin, ya éste se encuentra, como usted me dice, prácticamente concluido, y no tiene objeto volver sobre el pasado. Lo que sí le he de rogar a usted ahora es que haga llegar a Macmillan sin más demora el original, para que al comenzar septiembre, tras las vacaciones estivales, puedan ellos disponer por fin su publicación.

Estoy seguro de que su trabajo habrá ido tan brillante como cuantos salen de sus manos, y de que, según me dice al final de su carta, habrá que dar por bien empleada después de todo “la enorme y desesperante espera”. En lo que sí insisto, ya que por diversas razones me parece importantísimo, es en que para esa fecha, 1º de septiembre, la traducción se encuentre aquí, en Nueva York. Es éste un momento que pudiera resultar favorable para el libro, y tanto dicha editorial como otras esperan a ver la reacción que suscita en el ambiente para emprender, si es favorable, la publicación de otras obras mías, entre ellas una nueva novela, ligada a Muertes de perro, que ya debe de estar imprimiéndose en la Argentina.

Durante este verano actual, y fuera de tres semanas que pasé en Puerto Rico, no he podido salir de aquí, pues mis finanzas andaban demasiado temblequeantes; de modo que estoy trabajando para echarles un remiendo. Quizás el año próxima [sic] pueda permitirme otro viaje a nuestro viejo mundo, y tener el gusto de verla, si no es que antes usted no se decide a venir por acá.

Muy cordialmente suyo