Las cartas de Francisco Ayala sobre

El fondo del vaso

El fondo del vaso. Buenos Aires, Sudamericana, 1962.

En algunas cartas esta novela de Ayala, estrechamente vinculada a Muertes de perro (1958), aparece titulada como La gran vidorra. La obra refleja no solo la trivial corrupción humana, sino también su posible redención.


Está incluida en el volumen I de las Obras Completas del autor, que se ocupó de este díptico narrativo en el ensayo “El fondo sociológico en mis novelas”.

cartas 16 al 20 de 42
FECHA
06/09/1962
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Max Aub
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Fundación Max Aub

Carta de Francisco Ayala a Max Aub (06/09/1962)

Nueva York, 6 de septiembre 1962.

Querido Max:

Gracias mil por tu carta, que nos ha gustado mucho, y no sólo por comprobar que el libro te ha divertido, sino también por la forma divertida con que lo dices.

En cuanto al párrafo dedicado a Nina y su artículo sobre los santos de bulto, aquí espera a que, dentro de pocos días, cuando regrese de París, lo lea la autora, para que se ponga hueca, mientras yo me muerdo de rabia.

Me vas a hacer un favor: díme a quiénes crees tú que puedo enviar en México sendos ejemplares de El fondo del vaso con la perspectiva de que lo entiendan y lo comenten. No son muchos los ejemplares disponibles, ya sabes tú cómo es eso, pero –siempre que no sean tirados– podría mandar algunos. Me das las respectivas direcciones.

Sí, ya me habías dicho que vienes a hacer la exposición del difunto Campaláns, y contamos con la perspectiva de tu visita. Pero lo que tienes que decirme ahora es cuales serían los temas o títulos de las conferencias, para que, inmediatamente, procure arreglarte lo que se pueda. En este pais todo se hace con una anticipación absurda, y si no nos damos prisa hay el peligro de que las fechas estén “tomadas”. Así es que escríbeme enseguida con todos esos datos, y sin pérdida de tiempo trataré de ver qué es lo que puede conseguirse.

Nuestros afectos a Peua, y hasta pronto. Ya te contaré verbalmente de mi viaje sudamericano.

Abrazos de

Ayala.-


FECHA
15/09/1962
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ricardo Gullón
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y correcciones a mano, seguida de nota manuscrita]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Harry Ransom Center. The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (15/09/1962)

15 de septiembre de 1962

Querido Ricardo; Aunque esta mañana recibirías de la mano cariñosa de Agnes Moncy un mensaje mio, al recibir ahora tu carta vuelvo a escribirte para completar tu información. Ya te decía que a Manolo fui yo a buscarlo, pues Pane no podía; se encontraron en mi casa, y luego se lo llevó a New Brunswick donde le ha buscado alojamiento en casa de un profesor que habla español.

Yo le escribí a Jorge, por quien acababa de saber de ti, dándole el recado de que debías hacer escala en Nueva York, siquiera por un dia, con lo cual nos hubieramos reunido todos a yantar con el viajero procedente de la Madre Patria. Mi recado llegó tarde, y temo que de todos modos no me hubieras hecho caso. Tanto como me gustaría charlar contigo… En fin, será, a fin de año.

Lo que me dices sobre El fondo del vaso me llena de alegría, y no veo el momento de leer lo que escribas acerca de la novela. Ferrater Mora me ha escrito una carta de entusiasmo delirante, considerándola también como mi mejor cosa, y en igual estado de ánimo veo a Casalduero, que parece apreciarlo mucho. Bueno, me alegro de haber acertado.

Un estudiante de la Univ. de Washington, que estaba haciendo su tesis doctoral sobre mis obras de invención, la ha concluido y me ha enviado en estos dias un ejemplar. La encuentro muy bien hecha, realmente fina en sus análisis, que por lo demás afectan al aspecto literario, de composición e idioma, dejando casi de lado el ‘sentido’. Es un muchacho brillante, que ahora empieza a enseñar en la Univ. de Buffalo. Supongo que cuado publique el libro tendrá que añadir un nuevo capítulo para El fondo del vaso.

Te devuelvo firmada la autorización. Pero, viendo que has elegido “El hechizado”, se me ocurre que quizás no hayan visto la antología de Anderson-Imbert y otro, preparada para Appleton con el título Veinte cuentos españoles del siglo XX, donde precisamente han incluido “El hechizado”, que además figura, traducido al inglés, en Great Spanish Stories de la Modern Library. Si no te importa, o.k.; pero quizás no lo sabías, y al enterarte prefieras sustituir ese cuento por otro, que podría ser uno cualquiera, del volúmen Los usurpadores, o bien “El prodigio”, cuya copia te incluyo, aunque éste, por sí solo, quizás da idea escasa o desconcertante de esa linea mia. En fin, haz como mejor te parezca.

Cuando supe la muerte de Panero, lo lamenté, y pensé sobre todo en el efecto que a tí debía de haberte causado, siendo tan amigos.

¿Cómo no me avisaron de que el maestro del apellido femenino plural estaba en Puerto Rico? Hubiera ido yo, presuroso, a escuchar sus sabias enseñanzas. Respecto de sus perspectivas de ser embajador, no es que le falten cualificaciones (pues podría siempre decir como aquel gobernador de Asturias: “Otros más burros que yo lo han sido”), sino que, a lo mejor, la recomendación de Jaime Benítez no basta para que lo nombren.

Bueno, ya que no fui a mejorar mi standard con el trato del filósofo (cosa que me hubiera dejado quizás algún rato libre para partir contigo), ni tu haz [sic] venido a Nueva York, escríbeme, por lo menos, una carta larga, en la seguridad, siempre renovada por sucesivas experiencias, de que contesto sin demora y con largueza.

Un abrazo muy fuerte de

Ayala.-

[Escrito a mano:] Esta epístola es una porqueria. Perdona su piojoso estilo.


FECHA
23/11/1962
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Ricardo Gullón
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] NEW YORK UNIVERSITY / WASHINGTON SQUARE COLLEGE OF ARTS AND SCIENCE / WASHINGTON SQUARE, NEW YORK 3, N.Y. / DEPARTMENT OF SPANISH AND PORTUGUESE

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Harry Ransom Center. The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Ricardo Gullón (23/11/1962)

23 de noviembre de 1962

Querido Ricardo:

Sin respuesta tuya todavía, vuelvo a escribirte hoy. ¿Has visto el nuevo volumen del libro de Nora La novela española contemporánea, donde se ocupa, entre cien mil más, de tí y de mí? Y si lo has visto, ¿qué te parece? En general, yo lo encuentro atinado, aunque responde su concepción al difícil propósito de conjugar el criterio descriptivo e informativo con el valorativo; y aunque, como es corriente entre la gente que trabaja en España, adolece de una información deficiente respecto del exterior. Yo quisiera hacerle algunas observaciones, no sobre lo que de mí dice (acerca de esto, me limitaré a darle las gracias), sino en cuanto al libro como tal; pero no tengo su dirección. Si tú la sabes, te agradeceré que me lo comuniques.

Por fin ha llegado la traducción de Muertes de perro, que todavía no he podido leer, pues el editor está leyéndola antes. Veremos, dijo el ciego.

De otras cosas, nada. Los de Puerto Rico, como si se hubieran muerto todos: nadie resuella.

Tengo ganas de ver lo que has escrito sobre El fondo del vaso. Haz sacar una copia y mándamela, para que no tenga que esperar hasta que se publique.

Un gran abrazo de

Ayala.-


FECHA
26/11/1962
REMITENTE
Ricardo Gullón
DESTINATARIOS/AS
Francisco Ayala
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada]

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Harry Ransom Center. The University of Texas at Austin

Carta de Ricardo Gullón a Francisco Ayala (26/11/1962)

26 de noviembre de 1962

Querido Paco:

Contesto a vuelta de correo tu carta última, pues de todas maneras pensaba escribirte hoy. Es más: creí que podría hacerlo durante los días de vacación, pero siempre me ocurre que por ffaz [sic] o por nefas en los días en que no tengo nada que hacer es cuando me encuentro más sujeto.

Tienes mucha razón en lo que me dices a propósito de Unamuno y Freud. Encontré citas de don Miguel que parecen calcadas del ilustre vienés y estoy seguro de que lo había, si no leído, barruntado. De otra manera no se explica las coincidencias. Con Freud ocurre que sus doctrinas se divulgaron tanto y tan temprano que se ha podido hablar de él sin haber leído sus libros. Este es achaque tan corriente que no vale la pena de insistir sobre él. Conozco centenares de personas y de profesores, que no sé si pueden ser consideradas personas, que, [sic] capaces de discutir a San Pablo sin saber que existió Cristo.

Tengo que confesarte que todavía no está en Puerto Rico la reseña de El fondo del vaso. Por ahora no he pasado de las notas de lectura, y tienes que culpar, no tanto a mi pereza, sino a un estupido deseo que siento con frecuencia de hacer algo distinto y muy especial cuando me ocupo de tus libros. Sabes que, aparte del afecto cada día mayor que siento por ti, mi admiración por tu obra es muy grande y me irrito pensando que no soy capaz de sacar de ella lo que siento que merece. Pero ya no vaciliré [sic] más. Tengo otra vez el libro entre manos y de esta nueva lectura saldrá, mejor o peor, la reseña en cuestión.

Me ayudará tu agente particular en Austin, que efectivamente hace doble servicio, pero que, por encima de todas las cosas, siempre que habla de ti se le dibuja una sonrisa llena de cariño. No vuelvas a pensar que un mundo en el que te encuentres personas como Jorge, Ines o Manolo Gil está del todo perdido. Esta chiquilla es para mí una ayuda inapreciable, pues tiene la honradez de decirme cuales de mis ideas le parecen claras y cuales turbias, con lo cual voy rectificando sobre la marcha algunas afirmaciones temerarias o expuestas sin la adecuada precisión.

Nuestros amigos boricuas son un caso patológico, en cuanto a correspondencia. Jorge está haciendo poco a poco el hombre que tiene sobre sí todas las responsabilidades: rectoría, editorial, librería, profesores que piden favores, lidias con los berrendos y, no te asumbre [sic], hasta director de la Biblioteca quisieron hacerle.

Voy a pedir el libro de Nora, que todavía no he visto. No tengo su dirección, pero puedes escribirle a Editorial Gredos, Benito Gutiérrez 29, Madrid, y le harán seguir tu carta.

Un fuerte abrazo de


FECHA
06/02/1963
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
José R. Marra-López
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Nueva York
FICHA DESCRIPTIVA

[Publicada en: Obras completas II: Autobiografía(s). Barcelona: Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2010. Prólogo de: Luis García Montero. Edición de: Carolyn Richmond.

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Desconocido

Carta de Francisco Ayala a José R. Marra-López (06/02/1963)

Nueva York, 6 de febrero 1963

Mi querido amigo:

Contesto enseguida a su carta, como me pide, para que pueda tener en cuenta mis observaciones cuando haya de corregir el texto para la nueva edición. Estas observaciones son, como verá enseguida, de menor alcance. Lo que en verdad importa –y me apresuro a felicitarle de la manera más cordial– es el éxito del libro, éxito que usted merece ampliamente por su trabajo, su inteligencia y su valentía, pero que hubiera podido no tenerlo si las circunstancias «objetivas» no fueran tan oportunas. Éstas confieren a la aparición del libro el carácter –y no exagero– de acontecimiento nacional. Lo que me cuenta confirma lo que yo preví apenas pude ver el libro publicado. Nada podrá echarlo para atrás ya. Vendrán quizás las críticas de aquellos a quienes no se puede responder; pero: mejor, que vengan. A estas alturas reacciones tales sólo pueden reforzar el éxito del libro. Otras críticas serán, sin duda, las reticentes inspiradas por la mala conciencia de quienes, habiendo podido hablar, estuvieron callados durante tiempo y, tiempo como putas, y ahora se ven puestos en evidencia por el libro de usted, que viene a destaparles la caca. ¿Para qué nombrarlos? Son gente que se ha pasado veintitantos años despotricando contra la censura en la tertulia del café, y que ahora, en su fuero interno, es decir, desde el fondo de su caca, seguirán maldiciéndola por haber mostrado lenidad en esta ocasión.

Aquí, hasta ahora –pues el libro no ha llegado aún a las librerías– la única reacción que conozco es la de Casalduero, a quien presté mi ejemplar, y que coincide en un todo con mis apreciaciones. Hay expectativa, sí; no ha faltado quien reciba carta de España hablándole del libro. Estoy seguro de que en América se venderá muy bien.

Paso ahora a formularle mis observaciones. La primera y más importante sería que usted exagera el parti pris contra la literatura «gratuita» de la preguerra, con una actitud beligerante que quizá no corresponde ya al momento actual. Ha pasado tiempo suficiente como para que aquella fase se contemple con distancia más bien que con hostilidad. Se trata de un pretérito cerrado, que tuvo sus razones, como las tiene el presente; y cuando éste a su vez sea pretérito y se establezcan las comparaciones entre los resultados concretos, entre las obras, que es lo que cuenta, creo que crecerá la magnitud de ese momento que usted condena. Ahora mismo empieza a revalorizarse críticamente la figura de Jarnés (varios estudiosos se ocupan de su obra), y desde luego la de Gómez de la Serna, que ha muerto en eclipse (et pour cause...), resurgirá como una de las más significativas en la literatura, no española, sino mundial. Calculo que la molestia de Marías y de Torre viene de eso, ¿no? Yo –usted bien lo sabe– coincido con la posición de usted, quizás porque, confluyendo mis dotes personales con las exigencias de la nueva época, he seguido viviendo literariamente y no estoy solidarizado en términos vitales con mi pasado; pero su actitud al respecto me parece excesiva (y compárela con la de E. de Nora, que en el fondo piensa igual, pero que no se cree en el caso de echar a la basura las obras que le parecen mejor logradas dentro de aquella estética).

Otra cosa: usted se muestra demasiado preocupado, y es natural, con las consecuencias literarias del exilio, y descuida el estudiar las obras de los exiliados en lo que no se relaciona directamente con España o con su situación. No sé si esto será objetable; quizá no lo sea: se trata de un punto de vista. Desde el mío, hubiera preferido que usted considerase la circunstancia de ser españoles y exiliados como una, importantísima, pero no la única que cuenta en la intencionalidad de la obra.

Voy a sugerirle que haga varias rectificaciones de hecho, algunas indispensables, pues, por ejemplo, en la nota de la pág. 220 me atribuye libros que no son míos. Esas rectificaciones van en hoja aparte, para mayor comodidad de ambos.

Y –no con carácter de rectificaciones, sino como aclaración mínima– quiero referirme a lo que apunta usted en relación con el lenguaje. Es para mí el punto de máximo interés, pues como escritor creo que la creación literaria radica precisamente en el lenguaje, y que el contenido significativo depende por completo de las palabras. Las que a usted le han extrañado pertenecen todas a diversos niveles de intención, como quiero mostrarle tomando algunos casos, Por ejemplo: entrar a es tan correcto gramaticalmente como entrar en; y a mí me interesaba subrayar el movimiento desde fuera hacia dentro, antes que el término de ese movimiento, para definir el estado de ánimo del sujeto. Son pequeños matices destinados a vivificar o sensibilizar la expresión. En verdad, las expresiones que le han llamado la atención, más que «filtradas», responden a una intención muy consciente de orden selectivo. Otro ejemplo: arruinar el estómago se dice en algunas partes, pero yo no lo empleo, claro está, para dar color local, sino para transmitir, mediante una sutil indicación, el clima moral y la visión íntima que el personaje tiene de su propia vida. Con esto, el verbo se hace significativo, mucho más que lo hubiera sido el usual «estropear». Otro caso más: el verbo «atacar» por atar (primera acepción del diccionario de la Academia) no lo he oído nunca en América, pero sí en España, sobre todo en el campo. El uso de las palabras da muchas sorpresas, y puedo asegurarle que son muy pocas las que en realidad deben valer como sudamericanismos o americanismos. El problema que yo me he planteado en relación con los ambientes idiomáticos es el de producir un lenguaje, no típico, sino que dé la impresión de serlo, sin resultar por ello ininteligible, y creo que lo he conseguido. En la Revista de la Universidad de México escribe un crítico con referencia a El fondo del vaso que yo he elegido «un idioma peculiar con vetas de todos los dialectos nacionales del castellano que se hablan en Hispanoamérica»; y ésa es la impresión que él recibe, pero no hay tal; son las inflexiones, destinadas a caracterizar al personaje que habla o al medio social que se describe. (Así, la palabra «evento» está muy intencionadamente destinada a fijar una nota de cursilería chabacana, etc.) En la única narración donde establezco localización concreta y típica es en «El encuentro», situado en el Buenos Aires del peronismo y con un personaje peronista; y ahí tuve que hacer frente a la cuestión de producir un lenguaje que perteneciera al lugar y a la clase social y al personaje que habla, y que sin embargo pudiera entenderlo el lector de La Habana, de México o de Madrid. Me parece que transmito hasta el acento, y sin embargo no necesita vocabulario alguno. Me sirvió de lección el acierto y desacierto de Valle-Inclán, creando –él sí– un idioma peculiar con vetas de dialectos, y desde luego sorteé esas dificultades, para no hablar de los disparates en que incurriría Cela con su Catira.

Sobre esto, ya es bastante y demasiado. Pero es punto que me interesa excepcionalmente, y por eso me he extendido.

Termino aquí esta carta, ya muy larga, y quedo a la espera de sus noticias. No hay que decir que estaré encantado de serle útil en lo que pueda, con las informaciones a mi alcance.

Cordialmente suyo.