Cartas enviadas a Manuel Azaña:

Manuel Azaña

1880 Alcalá de Henares - 1940 Montauban

Además de un reconocido escritor, fue presidente del Gobierno de España y de la Segunda República Española. Ayala, que llegó a afiliarse a Izquierda Republicana, su partido, lo conoció en la tertulia de La Granja del Henar en Madrid, en 1925, e hizo destacar en él su gran talla oratoria.

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FECHA
27/10/1935
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Manuel Azaña
DESTINO
S.l.
ORIGEN
S.l.
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta manuscrita con membrete:] FRANCISCO AYALA / CATEDRÁTICO DE DERECHO POLÍTICO

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Biblioteca Nacional de España. Mss/22128/45

Carta de Francisco Ayala a Manuel Azaña (27/10/1935)

27 oct. 35.

Mi querido Don Manuel:

Por causa de una desgracia familiar que me obligó a ausentarme de Madrid, he recibido con algún retraso, que explica el de esta carta, Mi rebelión en Barcelona. Hoy le escribo para darle las gracias. Pero esta gratitud no se reduce al hecho –tan honroso para mí– de que me haya querido dedicar un ejemplar del libro. Va más allá, y alcanza al enriquecimiento espiritual que su lectura me ha deparado. Es dificil señalar en la producción de un escritor cual sea su mejor libro; yo no me atrevo a decir que este lo sea de entre los suyos. Pero en las conversaciones que un suceso de esta magnitud suscita siempre he sostenido que ahi se encuentran páginas que, sin punto de referencia en nuestra literatura moderna, reclaman parangón con los mas vivos pasajes de Quevedo. Y este juicio no se basa en el aprecio del estilo. La gente ha reparado por lo común, o en las excelencias de la prosa, o en el fondo de los hechos políticos y sus consecuencias. Entre aquella y estos se encuentra lo esencial de la obra: no ya una posición, ni una ideología, sino toda una actitud fundamental frente al mundo, todo un modo de estar colocado ante la vida.

Me parece a mí que ese gusto clásico que muchos coinciden en señalar en el lenguaje del libro es un espejismo. El lenguaje es moderno, y está lleno de invenciones –claro que no por moderno había de ser trivial, o chabacano o pobre–. Lo clásico y castizo no es el lenguaje; es el acento. No son los giros, sino la personalidad moral que expresan. La coyuntura era única, y cualquier otro hombre hubiera sucumbido en su individualidad ante la magnitud del suceso. Para dominarlo era necesaria toda esa distante serenidad, todo ese estoicismo, esa ironía, sarcasmo y, en el fondo de tan invulnerable hielo, esa fé tremenda que constituyen, en el bloque del caracter español, veta nobilisima y persistente, desde Séneca hasta hoy. Eso es lo clásico del libro.

Leyendolo, piensa uno que la tragedia de nuestra vida colectiva ha sido y estriba hoy en el contraste de las formas antagónicas a que desembocan nuestros supuestos espirituales. Sigue habiendo, como siempre –si acaso, alteradas las proporciones– la gran picaresca, esa granujería increible, toda laya de vividores que hacen cinismo del "morir habemos"; y del otro lado unos cuantos hidalgos que no saben vivir ni bullir pero que, en su honrado silencio, respiran con orgullo al ver, en un caso excelso, elevadas sus propias virtudes a un plano heroico de dignidad. Con una raiz común, son dos Españas frente a frente. Usted, Don Manuel, representa hoy a la noble contra la abyecta, y su misión histórica está en crear las condiciones que hagan firme y solida la jerarquía de los valores morales en una estructura que favorezca unos estímulos y cierre el paso a otros, evitandose así la desmoralización que produce el reiterado fracaso de la honestidad.

No voy a prolongar mas esta carta; con mayor razón puesto que pienso ir a visitarle muy pronto. Al repasarla, advierto que apenas le he dicho nada acerca de Mi rebelión en Barcelona. En muchos aspectos me ha parecido extraordinario. Por ejemplo, el análisis de las fuerzas político-sociales en Cataluña revela una concepción del movimiento de la Historia que relaciono con muchas ideas de La invención del Quijote y que, sin aparato ninguno, es una visión que no he visto igualada, a pesar de que sigo con afición lo que se produce fuera de aquí en Sociología y estudios afines.

Reciba con estas líneas –que acaso van a distraerle de preocupaciones del momento– un saludo cordial de su amigo

Francisco Ayala.-