Epistolario de Francisco Ayala

11/06/1950

DESTINATARIO: Arocena, Luis A. REMITENTE: Ayala, Francisco

FECHA
11/06/1950
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Luis A. Arocena
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Buenos Aires
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] Francisco Ayala

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Benson Latin American Collection, LLILAS Benson Latin American Studies and Collections, The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Luis A. Arocena (11/06/1950)

Buenos Aires, 11 de junio de 1950.

Mi querido Arocena: Recibí sus cartas muy a punto, pues ya mañana por la mañana emprende su viaje nuestro amigo y ya socio López. Ayer, pues, fui a verlo a primera hora y le di a leer su carta. Mi ida y esa lectura lo satisficieron, a lo que pude ver, pues estaba impaciente por concretar más las cosas, y no querría llamarme. Yo le expliqué que, aun dando por supuesta la conformidad de usted, no quería avanzar un paso más sin tenerla expresa, y por eso no lo había visto antes.

En resumen: confirmamos nuestro acuerdo sobre las bases generales que yo le había anticipado a usted en mi carta. Los tres, como socios en igualdad de condiciones; él se encargará del suministro desde aquí, y –lo que es muy importante– de organizar la comercialización de forma que nuestra sociedad disfrute de todas las ventajas posibles en relación con el cambio, como yo le explicaré a usted en su día. Precisamos nuestra disposición –de usted y mía– a no percibir remuneración de la sociedad (lo que es lógico) sino a liquidar ganancias, de las cuales adjudicaremos un tanto por ciento, aún por determinar, a nuestro gerente, que en principio se ha manifestado conforme a lo que nosotros establezcamos. López condiciona el establecimiento de taller ahí a un estudio sobre el terreno, que, creo, no se haría sino una vez puesto en marcha el negocio de importación de libros. Pero quizás al crear la sociedad debamos darle una forma que admita sin modificación aquella posibilidad y sus consiguientes ventajas.

Yo le pedí a López que hablara por su parte con Vázquez, para darle la seguridad y tantearlo, de manera que mi impresión acerca de sus buenas disposiciones quedara controlada con la de él, que también lo conoce hace muchos años. En efecto, lo llamó y estuvieron conversando a satisfacción; acaba de decirme por teléfono que no había soñado siquiera en solución tan espléndida como la de llevarnos a este muchacho para el negocio.

Así están, pues, las cosas. Yo entiendo que sería conveniente que usted viera ya la cuestión del local, de manera que quedara hasta apalabrado en principio. También piensa López que debemos hacerlo en forma no demasiado costosa, pero sí digna y elegante, de manera que la librería pueda convertirse en un centro de reunión. Esa era la opinión de usted. Yo insisto en que ese salón literario debe ser de condiciones tales que impidan el latrocinio de los bibliófilos demasiado entusiastas, o que lo reduzcan, considerando que no podremos tener mucho personal allí empleado.

Respecto de su anemia, guardaré entera discreción; pero voy a permitirme darle un consejo, aun sin ser médico. Y es que no se atenga exclusivamente a las vitaminas en inyección, sino que procure asimilarlas directamente de la naturaleza. O dicho en términos profanos: que le meta a los porotos sin asco, verdadera fuente que son de salud y belleza.

Y nada más por hoy. Afectuosos saludos a Amalita y los niños; y un abrazo para usted de su buen amigo

Ayala.-