Epistolario de Francisco Ayala

18/05/1950

DESTINATARIO: Arocena, Luis A. REMITENTE: Ayala, Francisco

FECHA
18/05/1950
REMITENTE
Francisco Ayala
DESTINATARIOS/AS
Luis A. Arocena
DESTINO
S.l.
ORIGEN
Buenos Aires
FICHA DESCRIPTIVA

[Carta mecanografiada con firma autógrafa y con membrete:] Francisco Ayala

DEPÓSITO DEL ORIGINAL
Benson Latin American Collection, LLILAS Benson Latin American Studies and Collections, The University of Texas at Austin

Carta de Francisco Ayala a Luis A. Arocena (18/05/1950)

Buenos Aires, 18 de mayo 1950.

Mi querido Arocena:

Apenas ha alcanzado la postal, en cuyo texto reconocí no solo su letra, sino también su engolado y solemne estilo, a mitigar la indignación que ardía en mi pecho por el hecho de la defección de ustedes a la “cita de honor” que conmigo tenían en el aeródromo. Esa pieza epistolar ha transferido y concentrado mi enojo sobre la persona del joven Métraux, único culpable (al parecer) del indisculpable retraso. Espero no habrán defraudado mi secreta esperanza de que, con un espíritu inflexible, lo colmaran “sur place” de justas remontranzas y enérgicos denuestos, pues solo esa esperanza me conforta.

Con igual puntualidad que saliera, llegó mi avión a la pista Pistarini, donde, después de haber dado gracias a Dios por haberme permitido volver a pisar su aplastada tierra, me encontré con la familia y amigos allí concentrados a mi espera. Cinco días han pasado desde ese momento, y aún ando reanudando contactos, viendo gente, respirando el aura de la gran urbe. He hallado a Buenos Aires como me la dejé, más o menos –más bien menos–, y ya habrá oportunidad de que les cuente impresiones detalladas a mi regreso, pues en otro caso tendría que llenar muchas páginas, y entonces sería un artículo, un libro, un tratado, cosa que nunca hago sin mucho trabajo y mediante módico estipendio. Verbalmente, en cambio, lo doy gratis. Por eso, no le extrañe que reduzca esta carta a lo meramente personal. De ello, le diré en primer término que el mismo día de mi llegada, y no más de dos horas después de aterrizar, ya estaba llamando a su madre para darle las noticias de ustedes. Se alegró mucho de saberlas, porque estaba inquieta. Yo le transmití las seguridades que usted me dio de abstenerse de fallecer por ahora, en vista del precio elevado que los sepelios tienen en el trópico, razón que constituye suficiente disculpa para la grosería de no complacer los deseos de una dama como la que casi se comidió a darle el pésame por adelantado a su familia. Aunque la verdad nunca es demasiado creíble, me parece que quedó convencida su mamá de que no había lugar a temores. Dentro de un par de días iré a visitarla.

También llamé, al otro día, a la mamá de Amalita; fui al otro día para entregarle el encargo, y no la encontré, pues según me dijo luego por teléfono había tenido que visitar a una alta dama. Hoy viene a tomar el té con nosotros, de modo que espero conocerla personalmente dentro de un rato.

Díganle a Pepita que ayer estuve viendo a su hermano, y también le hice entrega del paquete encomendado. Su papá está varado en Chile, pues se encuentra cortada la línea por el mal tiempo. cuando venga me avisarán para que les cuente de ellos.

He hablado por teléfono con el Dr. Ferdinandy, en Mendoza, y de acuerdo con él le he remitido los datos de Métraux, que él va a utilizar en debida forma. Le recomendé celeridad. Él viene a verse conmigo dentro de unos cuantos días, y entonces quizás ya podamos comunicar a nuestro amigo alguna impresión, positiva o negativa. Vamos a ver cómo los cuyanos reciben la idea.

He conversado con Caminos, y le he sugerido la posibilidad de venirse conmigo para ahí; es difícil, pero lo va a pensar. Como él es soltero y joven, tal vez se anime a entrar como instructor. No deje usted de comunicarme cualquier novedad, sea noticia o chimento, que pueda interesarme en relación con el curso. ¿Las mañanitas gustaron a su destinatario? – Yo voy a escribir a Benítez y a Mellado, pero no antes de tener algo concreto que decirles, pues ahora, en verdad, estoy recién llegado, y sería escribir en vano.

No deje de comunicarme cualquier noticia que pueda recibir de nuestro amigo de Venezuela. Yo, por supuesto, no hago ningún sondeo hasta tener alguna seguridad, positiva o negativa, pues las cosas deberán encararse según esta sea. Con las personas a quienes he hablado lo he hecho en forma evasiva, postergando para más adelante una conversación a fondo, y haciendo una atmósfera de cierto misterio, que en este caso como en tantos otros sirve para enfatizar y disimular el vacío, siquiera sea hasta que se cambie en un contenido. El hecho es que tanto con Gonzalete como con algunos otros lo único que he dejado establecido es mi regreso próximo, y un prometedor “hablaremos”.

Dígale, por favor, a Millas que ayer estuve con Francisco Romero, y hablamos ampliamente de él; por supuesto, Romero tiene la más elevada idea de su talento, sin que yo tratara de disuadirlo. (Digo, del talento de Millas; del propio... ça va de soi).

No dirá que no le escribo con latitud. Me atrevo a hacerlo, porque sé que está en vacaciones. De otro modo, no le robaría su importante tiempo.

Dé mis afectuosos saludos a Amalia, y usted reciba un cordial abrazo de su amigo

Ayala.-

Dígale a Serrano que en este momento me llegan sus líneas; y le contestaré con toda diligencia lo antes posible. Pensaba escribirle hoy mismo, pero ahora lo postergo hasta poder decirle algo respecto de lo que me encarga.

Cuando vea a Granell, dígale también, por favor, de mi parte que entregué a Bianco su trabajo. Ya tendrá noticias.

Otra cosa: se me ocurre que, si fallara nuestro catalán quizás podría inventarse alguna combinación con López; pero tendría que ser sin tardanza, pues él sale dentro de quince días para uno de sus viajes continentales, y habría que urdirlo todo, por lo menos en principio, con anterioridad. Dígame.